El cubo de la basura es una pieza imprescindible en la cocina. Pese a que aún persiste la costumbre de intentar ocultarlo, existen en la actualidad muchas alternativas para integrarlo en la estancia y añadir valor decorativo a su carácter funcional. Este artículo describe los cubos de basura más funcionales y destaca los que facilitan el reciclaje, además de otras variantes, como los verticales, de pared y con detector de movimiento.
Cubos de basura funcionales
La forma más simple de integrar el cubo en la decoración de la cocina consiste en optar por un modelo funcional y neutro, que en un primer vistazo pase inadvertido. Quizá lo más sobrio sea una pieza metálica fabricada en acero inoxidable, que puede ser de diferentes colores aunque con una tonalidad oscura (negro, azul, rojo o metalizado) y de acabado mate. En algunos casos, el metal del que están construidos recibe un tratamiento especial para evitar que queden marcadas las huellas de los dedos. También hay modelos en esta misma línea elaborados en plástico, que son más ligeros y, por supuesto, más económicos.
Conviene que el cubo tenga un sistema de apertura a través de un pedal, para cuando se tienen las dos manos ocupadas o sucias
Siempre resulta más conveniente que el cubo cuente con un mecanismo que permita abrir la tapa a través de un pedal. Por dos motivos: la comodidad de poder abrirlo cuando se tienen las dos manos ocupadas o sucias, lo cual suele ocurrir mientras se cocina, y evitar forzar la cintura cada vez que haya que agacharse para levantar la tapa con la mano. Los cubos sin sistema de pedal a menudo quedan destapados y terminan por propagar malos olores y hasta podrían generar infecciones.
Los cubos mejor equipados también incluyen un recipiente interior que puede extraerse para que la limpieza resulte más sencilla.
Cubos que facilitan el reciclaje
El cuidado del medio ambiente ha generado con los años algunas modificaciones en la vida cotidiana. Una de ellas ha sido la necesidad de separar los residuos para permitir su reciclado. Tal tarea no solo requiere más tiempo, sino también más espacio: si antes un mismo cubo era suficiente para toda la basura, ahora necesitamos varios: residuos orgánicos, materiales sintéticos, vidrio, papel… Por eso, existen opciones que simplifican el trabajo.
La más sencilla es colocar una serie de cubos de plástico de colores, que respeten la gama cromática utilizada de forma habitual en el sistema público de recogida de basura: amarillo para los plásticos, naranja o rojo para los residuos orgánicos, verde para el vidrio y azul para el papel. Lo malo de este sistema es que ocupa bastante sitio.
Otra posibilidad a este respecto son los cubos que cuentan con compartimentos en su interior, donde se pueden ubicar bolsas distintas según el tipo de desechos. Otros diseños incluyen tapas individuales para cada compartimento, cada una con su propio sistema de pedales. En cualquier caso, siempre se pueden meter dos bolsas en un mismo cubo, aunque este no haya sido diseñado de forma específica para separar la basura, y usarlo para los residuos que se generan en mayor cantidad: los orgánicos, por un lado, y los envases y plásticos, por el otro.
Otras variantes: cubos de basura verticales y de pared
En determinados espacios pueden no caber varios cubos uno al lado del otro, pero sí unos encima de otros. Para ello están los dispositivos para la basura en formato vertical. Tienen forma de muebles, con grandes cajones para dividir la basura, que se abren con un movimiento circular (la parte inferior del cajón hace las veces de pivote, sistema similar al de muchos muebles zapateros).
Existen cubos múltiples, para separar la basura para el reciclado, que vienen en formatos horizontales y verticales
Si de aprovechar espacios se trata, otra variante es un sistema de cubos alineados dentro de un mismo cajón o que cuelguen de rieles. Este conjunto viene preparado para colocar en el mueble bajo la encimera. Queda oculto, pero permite aprovechar al máximo el espacio sin renunciar a la posibilidad de separar los residuos.
El cubo también se puede instalar colgado en la pared. Constituye una buena opción para espacios muy reducidos, ya que no ocupa espacio en el suelo. Además, tiene otras dos ventajas: por un lado, evita tener que agacharse y, por el otro, queda fuera del alcance de niños pequeños y mascotas, lo cual elimina el riesgo de accidentes. Lo malo es que su capacidad de almacenaje no puede ser demasiado grande, lo cual hace necesaria una mayor frecuencia al sacar la basura a la calle.
Los amantes de la tecnología tienen un tipo de cubo de basura diseñado a su medida. Son piezas que cuentan con un detector de movimiento, que reconoce la mano por encima de la tapa, abre esta para permitir echar los residuos dentro y, luego, la vuelve a cerrar.
Estos cubos presentan diseños funcionales, compactos, silenciosos y modernos y, a menudo, incluyen también compartimentos para separar la basura. El sensor es un dispositivo de rayos infrarrojos y funciona alimentado por una batería. Y no son tan caros: se consigue por precios desde 50 euros.