Una vez alicatadas las paredes y suelos de una estancia, es necesario cubrir las juntas que quedan entre los azulejos o baldosas. Esta operación, denominada rejuntado, evita la entrada de agua y suciedad, refuerza el agarre de las piezas cerámicas y disminuye los movimientos y tensiones, según recuerda la Asociación Nacional de Fabricantes de Morteros Industriales (ANFAPA).
Estas zonas de interrupción de pavimentos o revestimientos cerámicos dejan espacio a las piezas para que, en caso de dilatación o contracción, se puedan mover. No obstante, para conseguir este efecto, hay que emplear materiales específicos de rejuntado que respeten las características de las piezas cerámicas y eliminar los restos o salpicaduras del cemento o mortero cola con el que éstas se han fijado. Las juntas deben estar limpias y secas para asegurar que el producto de rejuntado penetra correctamente.
Juntas de colocación
Las juntas de colocación son las que separan baldosas cerámicas contiguas. En espacios interiores, su anchura no debe ser inferior a 1,5 milímetros, mientras que en exteriores la anchura mínima debe ocupar 5 milímetros. Asimismo, los morteros que se emplean en estas juntas están expuestos a las mismas agresiones y movimientos que las baldosas y azulejos, por lo que deben ser resistentes a ambos factores.
Las juntas deben estar limpias y secas para asegurar que el producto penetra correctamente
Las juntas evitan que, ante cambios de temperatura y humedad, el recubrimiento pierda adherencia o aparezcan grietas. Son un freno a la transmisión de movimiento a las piezas cerámicas. Por otro lado, tienen una función estética, ya que su anchura, coloración y acabado se puede adecuar a las características de los azulejos o baldosas.
Juntas de movimiento
Otro aspecto que hay que tener en cuenta es la existencia de juntas de movimiento estructurales, perimetrales o intermedias. Las juntas estructurales se localizan en el suelo o en la pared. Son aquellas que absorben los movimientos de la edificación y, por lo tanto, deben cubrirse con materiales de elasticidad duradera.
Por su parte, las juntas perimetrales se sitúan en el encuentro de superficies horizontales de revestimiento cerámico (por ejemplo, suelos) con paredes, pilares o elevaciones de nivel libres de baldosas. Su función es prevenir la acumulación de tensiones, aunque se puede prescindir de ellas cuando la superficie en la que se trabaja es inferior a 7 metros. ANFAPA recomienda que las juntas perimetrales sean continuas, con una anchura menor de 5 milímetros y que se emplee silicona o un material compresible, como poliestireno expandido. En ocasiones, pueden quedar ocultas por el rodapié.
Las juntas pueden ser estructurales, perimetrales e intermedias para prevenir la acumulación de tensiones
Por último, las juntas intermedias evitan que se acumulen dilataciones y contracciones en grandes superficies revestidas con baldosas cerámicas. Se utilizan para subdividir la superficie total en varias zonas de menor dimensión. No obstante, la superficie máxima que se puede alicatar sin recurrir a estas juntas es de 50 a 70 metros cuadrados. Están pensadas para grandes espacios, no siempre localizados en el ámbito doméstico.