El clavel constituye un símbolo de la Península Ibérica. Protagonista de coplas populares, cada año ocupa un lugar central en las celebraciones de Semana Santa en decenas de pueblos y ciudades españolas. Florece de forma natural en primavera y verano, aunque se puede obtener durante todo el año mediante técnicas específicas de cultivo. Para ello, es imprescindible que reciba luz, agua abundante y una serie de cuidados básicos. En este artículo se explica el protagonismo del clavel en Semana Santa, sus características, cuidados básicos y cómo actuar ante enfermedades y plagas.
Características generales y descripción
La llegada de la Semana Santa anima muchas tradiciones y costumbres populares. Entre las más arraigadas destacan las ofrendas florales de las cofradías, que mantienen la misma figura estelar de antaño: el clavel. Este ejemplar es el más utilizado para «exornar los pasos», es decir, adornar el camino de las hermandades durante las procesiones. La planta se cultiva todo el año a través de diversos sistemas, pero su momento de floración natural es la temporada de primavera y verano. Por este motivo, en general, coincide con la Semana Santa y adquiere en estas fechas mayor protagonismo.
Considerado por muchos como un símbolo de la Península Ibérica, o en particular de España, el lugar exacto de procedencia del clavel no está claro, aunque se sabe que corresponde a la cuenca mediterránea. Una versión afirma que Luis IX el Santo lo habría llevado de Túnez a Francia en el siglo XIII. Pero más allá de su origen, no solo ocupa un lugar central en Semana Santa, sino que también lo ha hecho en acontecimientos históricos, como la llamada «Revolución de los Claveles», que tuvo lugar en Portugal el 25 de abril de 1974. Esta flor estaba entonces en su punto de esplendor y por ello quedó como un símbolo del episodio.
Cada año, los especialistas ponen especial atención en varios factores que modifican el precio y, en consecuencia, el consumo de claveles para la temporada. Uno de ellos son las fechas de la Semana Santa: cuanto más cerca de la primavera, más abundancia de claveles y, por lo tanto, una mayor oferta que genera una bajada en los valores. Otros elementos, como un invierno demasiado duro o la llegada anticipada de las altas temperaturas, también afectan a la producción de claveles. De ellos, en general, depende que las cofradías se vuelquen en su uso, como manda la tradición, o busquen alternativas en otras flores típicas, como lirios, orquídeas, iris o gladiolos.
De base leñosa, tiene unos tallos característicos que pueden alcanzar hasta 90 centímetros de altura. Sus hojas son perennes, lineares, blandas y planas, con base envainadora. Los constantes cruces entre las distintas variedades han propiciado que la mayoría de los claveles tengan una floración continua, siempre que la temperatura no baje de los 10 ºC.
Nacen en grupos de una a cinco flores, con pétalos dentados y cáliz con dientes triangulares. En cuanto a sus colores, los más comunes son el rosa, el blanco y el rojo, aunque las modas y exigencias del mercado hacen que se cultiven claveles de otros colores, amarillos o naranjas. En función de su tamaño, sus flores se dividen en «standard» o «uniflora», de flor grande con poca tendencia a la emisión de brotes laterales, y «mini» o «spray», como la clavelina, que además de tener un tamaño pequeño, destaca por su gran número de botones florales.
Tipos y variedades de clavel
Aunque hay muchos tipos de claveles, estos son los más más comunes:
- Clavel chino (Dianthus sinensis). Se caracteriza por sus hojas dentadas.
- Clavel silvestre (Dianthus hyssopifolius). También llamada minutisa cuyas flores son de color rosa.
- Clavel común (Dianthus caryophyllus). Puede tener flores de color rojo, morado, salmón, amarillo, blanco o bicolor.
- Clavel del poeta (Dianthus barbatus). De color blanco, rosa, rojo o bicolor.
- Clavel turco (Tagetes patula). De color naranja o amarillo.
Cómo cuidar los claveles
El clavel tiene su hábitat natural entre 30º y 45º de latitud. Fuera de los límites de las regiones mediterráneas, su producción se extiende al sur de California, a la zona de Perth en Australia, la sabana de Bogotá y las montañas de México y Kenya. También son abundantes los claveles en Valparaíso (Chile) y Sudáfrica.
Para su crecimiento, el clavel necesita riegos constantes, pero en cantidades moderadas para evitar pudrir sus tallos. Es una planta que también requiere mucha luz para desarrollar un tallo rígido y flores grandes y vigorosas. En cuanto al suelo, este debe ser poroso y rico, con un buen drenaje para evitar encharcamientos que le pueden ocasionar enfermedades criptogámicas o asfixias radiculares.
Respecto al abono, necesita un importante aporte de nutrientes. Durante los meses de calor se deben abonar una vez por semana, mientras que el resto del año basta con hacerlo de forma mensual. El momento más adecuado para los trasplantes es el otoño, aunque se pueden reproducir mediante semillas en primavera. En esta misma estación son posibles los esquejes para su multiplicación.
Enfermedades, reproducción y plagas
El clavel es una planta sensible a enfermedades. Le afecta la roya (Uromyces caryophyllinus), que provoca manchas en las hojas y en el tallo durante épocas templadas como el otoño y la primavera. La fusariosis (Fusarium oxysporum) ataca el sistema vascular y daña hojas, tallo y raíces, mientras que la mancha foliar (Pseudomonas andropogonis ‘Smith’ Stapp) es una bacteria que puede provocar una necrosis de color pardo rojizo en el borde de las hojas.
Respecto a las plagas, los principales enemigos de los claveles son los pulgones, el tortrix europeo (Cacoecimorpha pronubana) y el trips (Frankliniella occidentalis). Los primeros pican las hojas y flores para succionar la savia. La plaga se reaviva en la primavera y baja con los fuertes calores del verano. El tortrix son lepidópteros cuyas larvas comen las hojas y perforan los botones florales hasta devorarlos. Por último, los trips son insectos chupadores que penetran en el interior del botón floral y realizan allí su puesta. Se alimentan de los pétalos que nacen y, cuando la flor madura, se forman decoloraciones sobre los bordes.
Decoración con esta planta
Los claveles proporcionan alegría y colorido allí donde se coloquen; se pueden poner en jarrones divertidos, de colorines en estancias interiores para lograr una decoración más viva; también se pueden colgar como si fueran una cortina, de manera que habría que poner un clavel o dos en tiestos de plástico que casi no pesan. Además, es la opción más utilizada en las ceremonias para hacer arreglos florales.