El Ficus pumila es un ejemplar rastrero perteneciente a la amplia familia del ficus, en la que se pueden incluso encontrar ejemplares arbóreos. Su principal característica es su resistencia, lo que hace que los ficus sean muy sencillos de cultivar tanto en el interior de la casa como en una terraza acristalada.
Debemos emplazar el Ficus pumila en un lugar con buena iluminación, aunque aguanta la semisombra. Requiere de una vigilancia constante en el riego, porque su compost debe estar siempre húmedo, aunque no en exceso. Antes de proceder a regar es recomendable palpar el sustrato, si apreciamos que está seco habrá llegado el momento de regarlo. Además el grado de humedad deberá de ser alto, por lo que se deberá pulverizar estos ejemplares frecuentemente. Si es necesario coloque un plato con agua y grava bajo el tiesto, o un cuenco lleno de agua al lado de las macetas para aumentar la humedad ambiental. A lo largo del verano es cuando mayor aportación de agua precisan los ficus, por lo que es necesario regarlos dos o tres veces por semana.
Los ficus necesitan una ubicación luminosa, aunque en la familia hay ejemplares variegados que perderían sus característicos colores si se vieran expuestos a los rayos solares. Asimismo, los ficus rastreros pueden llegar a secarse si reciben el sol intensamente. Hay que tener en cuenta que habrá también que abonarlos cada quince días en su época de crecimiento, a lo largo de la primavera y el verano.
Su principal enemigo es la araña roja que aparece solamente si el ambiente no es húmedo, por lo que si pulverizamos y mantenemos la humedad ambiental no dará demasiados problemas.
A la hora de multiplicar el Ficus pumila se pueden realizar esquejes apicales del tallo o bien emplear la técnica del acodo simple.