El tulipán es una planta muy popular. Lo que no posee en aroma lo tiene en belleza visual y, por eso, sus flores -aunque son un símbolo de los Países Bajos- se comercializan en casi todo el mundo. Este artículo repasa los orígenes, tanto de la planta como de su nombre, así como datos básicos y consejos para su cultivo. Además, informa de algunos números de su comercio mundial y reseña la historia de la “Tulipomanía”, una de las primeras burbujas financieras de las que se tiene noticia.
Orígenes del tulipán: la planta y su nombre
El tulipán es una planta de mucha fama. Convertida en un símbolo de los Países Bajos, proviene en realidad de Asia central (de los montes de Kasajistán), desde donde se extendió hacia China, Medio Oriente, norte de África y el sur de Europa. Según investigaciones recientes (realizadas por la Universidad de Córdoba y la Escuela de Estudios Árabes de Granada), los primeros bulbos pudieron llegar a Holanda vía Al-Ándalus en el siglo XI.
Existen unas 150 especies silvestres de tulipanes, pero los híbridos y variedades cultivadas son innumerables
Bastante más claro está el origen de su nombre: la palabra tulipán se deriva del término «tulbend«, usado para designar a los turbantes de la nobleza turca, cuya forma erguida es parecida a la de la flor. Tanto en Turquía como en Irán, los tulipanes también representan un verdadero símbolo nacional.
El nombre oficial de esta planta es «tulipa«, aunque se llaman tulipán de forma coloquial. El género consta de unas 150 especies silvestres, aunque los híbridos y variedades cultivadas son innumerables (solo de estas últimas hay registradas más de 5.000).
Datos básicos para el cultivo del tulipán
El tulipán es una planta bulbosa, es decir, crece a partir de un bulbo, un órgano subterráneo que almacena nutrientes. Es herbácea y de hoja perenne y alcanza una altura de entre 30 y 60 centímetros, según la variedad de la que se trate. No poseen casi aroma: su gran atractivo radica en el aspecto visual, ya que su forma y la intensidad de sus colores la convierten en una planta especialmente bonita.
La mejor época para el cultivo del tulipán es durante el otoño, entre septiembre y diciembre, para que durante el invierno se desarrolle y florezca en primavera. Los bulbos tiene una forma semiesférica en uno de sus lados y puntiaguda en el opuesto: recuerdan a una peonza. La parte semiesférica se debe colocar hacia abajo, ya que de ella brotan las raíces, mientras que la parte puntiaguda debe quedar hacia arriba, pues de ella nacerán el tallo y las flores.
El suelo debe ser ligero y bien aireado, en lo posible compuesto por una mezcla de arena, tierra de hoja y perlita. Para plantar los bulbos hay que colocar una base de sustrato, sobre ella los bulbos en la posición correcta y, luego, taparlos con una capa de entre 10 y 15 centímetros de sustrato. Al hacerlo, lo más conveniente es echar el sustrato de forma lenta, para que quede bien distribuido, pero sin presionarlo, ya que de este modo se logrará que quede bien aireado.
Consejos para cultivar tulipanes
Es aconsejable, además, colocar los bulbos con una separación de al menos 10 centímetros entre sí. Y, una vez por mes, aplicar al suelo un abono granulado. En caso de que se deseen plantar con una distancia menor entre ellos, habrá que abonar el suelo más de la cuenta, pues lo más probable es que los nutrientes que contenga de forma natural no den abasto.
Para desarrollarse, el tulipán necesita de mucha luz natural y temperaturas más bien bajas
La planta necesita luz. Cuando crece, debe estar expuesta de forma directa a los rayos del sol, o bien en una media sombra. Pero en el momento del cultivo sí puede estar a la sombra, hasta que se alcancen los brotes.
En cuanto a la temperatura, el tulipán tolera bien el frío. Más que eso, lo necesita, sobre todo en la etapa de desarrollo. Por eso, no se adapta muy bien a las zonas tropicales o demasiado cálidas.
El riego se recomienda que sea abundante, aunque siempre con mucho cuidado de no encharcar el terreno.
Después de la floración, las hojas se marchitan. Cuando esto sucede, hay que desenterrar los bulbos, ya que no conviene dejarlos enterrados. Al hacerlo, junto a ellos se hallarán bulbillos nuevos, nacidos de los antiguos. Conviene guardarlos en un lugar seco, fresco y oscuro, a la espera del siguiente otoño, para reiniciar el ciclo del cultivo.
El principal productor de tulipanes es, con diferencia, los Países Bajos, que concentra el 88% del área cultivada a nivel mundial (unas 10.800 hectáreas). El comercio se realiza en dos especialidades: la flor cortada y los bulbos. Del resto de países que producen tulipanes destacan, en orden, Japón, Francia, Polonia, Alemania y Nueva Zelanda. Se estima que solo el comercio de flor cortada de tulipán mueve al año unos 11.000 millones de euros.
Una curiosidad en la historia de los tulipanes es haber protagonizado una de las primeras burbujas financieras de las que se tiene noticia. En la década de 1630, el gusto de los holandeses por las flores exóticas, en general, y por los tulipanes, en particular, y una demanda superior a la oferta llevaron a que los precios aumentaran de manera exorbitada. Hasta que en febrero de 1637 la burbuja estalló y generó una crisis económica que llevó a la economía holandesa prácticamente a la quiebra. Ese episodio histórico se conoce como “Tulipomanía”.