El viburno es un ejemplar arbustivo de gran tamaño, puede llegar a alcanzar los cuatro o cinco metros de altura. Puede ser tanto de hoja perenne como caduca, dependiendo de a cuál de las 125 especies conocidas estemos haciendo referencia. La pérdida de sus hojas también puede producirse si se desarrolla a bajas temperaturas.
Sus hojas son simples, largas y estrechas, con las nerviaciones muy marcadas. Puede florecer en invierno o primavera, momento en el cual aparecen sus redondas inflorescencias formadas por pequeñas flores de color blanco. Cuando las flores maduran -florece de primavera a verano- este arbusto da pequeños frutos. No obstante, la mayoría de las especies produce frutos tóxicos para la ingestión humana, aunque los animales suelen alimentarse de ellos sin mayores problemas.
Estos ejemplares, pertenecientes a la familia de las caprifoliáceas, son oriundos bien de China o de las regiones europeas y africanas bañadas por el Mediterráneo. Necesitan un sustrato permeable, rico en humus, bien drenado y enriquecido con abono orgánico quincenalmente.
Requieren un ambiente húmedo para desarrollarse, por lo que será necesario someter al viburno a riegos moderados, 2 ó 3 veces por semana. Deberemos aumentar la asignación de agua en la época estival.
Respecto a sus necesidades de luz, es un arbusto que admite estar ubicado tanto en zonas que se encuentren expuestas a pleno sol como a aquellas que están a media sombra. Pese a todo, es un ejemplar que puede desarrollarse sin excesivos problemas en condiciones ambientales adversas y distintos tipos de suelo con diferentes niveles de acidez y grado de humedad. Donde sí presenta problemas para desarrollarse es en climas excesivamente secos, con un verano demasiado caluroso. En este caso necesitaría ser regado hasta tres veces diarias.