Antes de pintar una superficie, hay que conocer bien sus características para elegir los utensilios precisos. Las brochas, los rodillos y los pinceles deben adaptarse al espacio que se quiere pintar. Entre otras opciones, éste puede ser liso, rugoso o estar empapelado. El aspecto exterior determina el útil más adecuado que se debe emplear. Asimismo, la elección de buenas herramientas redundará en un mejor acabado.
Las brochas de pelo natural se diferencian por tener una mayor cantidad de cerdas, más suaves que en las brochas sintéticas. En cuanto a la forma, las planas se reservan para barnizar superficies, mientras que las redondas son muy prácticas para cubrir zonas de difícil acceso.
En cualquier caso, es conveniente contar con varias brochas de diferentes tamaños. Los utensilios básicos son tres:
- Una brocha de unos 12 centímetros de ancho para grandes superficies.
- Dos brochas planas de unos cinco y dos centímetros, respectivamente, para espacios más pequeños.
- Una brocha redonda para realizar retoques y llegar hasta puntos de difícil acceso.
El truco para conservarlas en buen estado es siempre una correcta limpieza después de cada uso. Hay que retirar bien todos los restos de pintura. Cuando se utilicen pinturas al agua, bastará con limpiar las brochas bajo el grifo, mientras que si se usan pinturas al disolvente, los utensilios se limpian con este mismo producto.
Preparar la brocha antes de pintar
Al utilizar una brocha por primera vez es frecuente que suelte pelos, un inconveniente fácil de solucionar si, previamente, se sumergen las cerdas durante varias horas en aceite de linaza o agua. El aceite se utiliza con brochas de pelo natural y el agua se reserva para las brochas sintéticas.
Conviene sumergir las cerdas durante varias horas en aceite de linaza o agua
Terminada esta operación, es necesario limpiar las cerdas con agua templada y jabón. Asimismo, a la hora de pintar por primera vez con una brocha, hay que doblar las cerdas ligeramente en la punta para moldearlas.
Para trabajos específicos, los pinceles y los rodillos son muy prácticos. Los primeros son imprescindibles para llegar a lugares estrechos. Por su parte, los rodillos son fundamentales para superficies de grandes dimensiones.
Hay pinceles de varios formatos: con forma rectangular (paletinas), redondos (para conseguir determinados acabados), con cerdas biseladas o en punta y con mango plano o curvo, pensado para pintar un radiador, una barandilla o las tuberías.
En algunos casos, estos últimos pinceles pueden ser sustituidos por rodillos pequeños, mientras que los de mayores dimensiones se utilizan para cubrir zonas de manera rápida. Pueden estar equipados con un mango largo o extensible, muy útil para techos. Otra opción práctica es adquirir un rodillo desmontable con dos rulos:
- Uno de pelo suave para acabados lisos.
- Otro de esponja gruesa o pelo largo para lograr relieve.