Contar con un nuevo armario sin cambiar de mueble es posible. Sólo hace falta algo de imaginación y habilidad con las manos. La clave está en forra el interior. En este sentido, hay varias formas de mejorar el aspecto de los armarios sin necesidad de hacer una gran inversión. Los papeles y materiales sintéticos, que no desprenden olor ni ponen en riesgo la calidad de las prendas, consiguen resultados óptimos adaptados a cada gusto. La técnica para realizar este trabajo es sencilla.
Los armarios que habitualmente se someten a este «cambio de imagen» son los empotrados. Se pueden forrar con papel, tela o tableros de melamina. El método más apropiado consiste en comenzar a forrar la pared del fondo, seguir por los laterales y acabar en el techo y el suelo. Hay que tener especial cuidado con los cortes. Si es necesario adaptar el material a las medidas del armario, los cortes han de ser siempre rectos para que el encuentro de dos piezas sea limpio.
Hay que comenzar a forrar la pared del fondo, luego los laterales y, por último, el techo y el suelo
La parte más difícil a la hora de forrar un armario son los ángulos rectos, por ejemplo, las esquinas. Se puede utilizar una moldura que cubra esta zona y disimule posibles defectos. Cuando sea necesario pintar o barnizar el interior del armario, es preferible que la habitación esté bien ventilada para que el olor se disipe. No obstante, es aconsejable emplear materiales que estén previamente barnizados.
Buena organización
Otro aspecto importante del interior de un armario es el modo en el que está organizado. Si se quiere tener todo a la vista u optimizar el espacio, hay que recurrir a módulos de diferentes tamaños que ayudan a distribuir la ropa en el interior del mueble en lugar de amontonarla.
Hay baldas y bandejas con pequeños compartimentos para la ropa interior o la bisutería
Se pueden instalar baldas para colocar las camisas y camisetas perfectamente dobladas, o bandejas con pequeños compartimentos en los que dejar la ropa interior, pañuelos, bufandas o calcetines. Otras baldas que resultan de gran utilidad son las que se colocan en la parte más alta del armario y que permiten guardar en ellas las maletas o aquellos objetos que se utiliza con menor frecuencia.
Para los accesorios y piezas de bisutería también existen módulos extraíbles con cajetines. En cada uno de estos cajetines se pueden guardar collares, pendientes, pulseras u otras piezas pequeñas a las que, gracias a este sistema, se accede con facilidad. Los zapateros y corbateros también ayudan a mantener el orden.
Las puertas de los armarios pueden aprovecharse para algo más que mantener cerrado el mueble y proteger el interior. Una opción es colocar espejos en la cara interna o instalar puertas correderas, que ahorran espacio en la habitación. Si se prefiere, en lugar de dos puertas, se pueden colocar varias, tanto batientes como correderas. Lo habitual es que si el armario se prolonga desde el suelo hasta el techo, se cierre la parte superior con puertas independientes.
Se pueden colocar espejos en la cara interna o instalar puertas correderas, que ahorran espacio
Respecto al aspecto exterior de las puertas, puede ser opaco o transparente. En el primer caso, el material que más se utiliza es la madera. Protege el interior de la luz y consigue un acabado discreto. Cuando se opta por puertas transparentes, con frente de cristal, resulta fácil tener todo a la vista, a la vez que se da sensación de amplitud.