Las fotografías son arte. Varían en forma y en tamaño. Se presentan en blanco y negro, en sepia, en policromías… Ofrecen un amplio abanico de posibilidades y, por ello, la decoración las aprovecha. Las imágenes enmarcadas son muy apreciadas en ambientes modernos. Lugares míticos de una ciudad, personajes de cine o paisajes naturales son las más frecuentes. Pero la apuesta actual va más allá. Las fotografías saltan de los cuadros a los techos, las lámparas, los muebles o la vajilla. Nada escapa a su influencia.
Imagen: bimsboy
Las fotografías recogen momentos inolvidables captados en viajes, celebraciones, actos compartidos y en soledad. Inmortalizan a los seres queridos o los caricaturizan. Son imaginativas, originales, clásicas, modernas. Hay estilos para todos los gustos. Ésta es la razón por la que constituyen un elemento apreciado en la decoración.
La forma más frecuente en que se presentan estas imágenes es limitadas por un marco. Sin embargo, la personalización se impone y apuesta por escenas familiares u otras preferidas en toda la casa. Gracias a modernas técnicas de impresión, prácticamente cualquier imagen se puede estampar en multitud de objetos: bandejas, muebles, cabeceros, cojines, velas, objetos de papelería, vajillas, llaveros, archivadores, sofás…
Conviene que las fotografías sean de buena calidad para que, al imprimirlas, no pierdan nitidez. No obstante, la tecnología digital permite tratar la imagen para ganar originalidad y frescura. Incluso las fotos más antiguas se restauran sin dificultad y se realizan cuatricromías de una misma imagen.
Los soportes más empleados en la impresión de fotografías son las telas, los lienzos, el metacrilato y el papel. Otras veces se imponen las imágenes plastificadas y los murales. De una pieza o divididos en partes que conforman una unidad. Si se prefiere, en cada fragmento se recoge una instantánea diferente a modo de reportaje fotográfico.
La apuesta son techos translúcidos con una luz que impacta directamente sobre la imagen
Personalización. Éste es el término que mejor define el uso de las fotografías en decoración. Cualquier ambiente se puede decorar al gusto. Por eso todo se transforma. Incluso las zonas, a priori, menos visibles como los techos. La apuesta son techos translúcidos con luz fluorescente o de neón que impacta directamente sobre la fotografía y la destaca.
Estas cubiertas cuentan con perfiles suspendidos o sistemas de malla que sujetan los paneles. Se trata de un falso techo con plafones decorados. Las medidas de los plafones se pueden elegir, aunque hay placas estándar. Con ellas se introduce el color en cada estancia. Se utiliza la imaginación. Se rompe la monotonía sin perder el aislamiento térmico o acústico que ofrece una cubierta tradicional.