Las estufas de pellets son aparatos que respetan el medio ambiente. La clave está en el material que emplean como combustible: unos pequeños cilindros aglomerados de serrín cuya combustión origina un reducido nivel de emisiones de CO2 a la atmósfera. Este material, denominado pellet, genera un rendimiento calorífico alto, por lo que este tipo de estufas comienza a ser una opción destacada para calentar el hogar.
¿Qué son los pellets?
Los pellets de madera son unas pequeñas piezas compuestas por restos naturales procedentes de las labores de limpieza de bosques e industrias madereras. Estos residuos se trituran y se convierten en virutas. Una vez secos, se prensan en forma de cilindro para reducir las resinas y el nivel de humedad de la madera. En esta fase no es necesario emplear ningún tipo de aditivo ya que el lignito, un componente propio de la madera, actúa como conglomerante natural. Este proceso proporciona a los pellets más densidad y una apariencia brillante similar a la de un acabado en barniz.
Utilizar pellets de mala calidad provoca suciedad y atascos en la estufa
Otra de las ventajas de las estufas que funcionan con pellets frente a las chimeneas que se alimentan de leña es el sencillo almacenamiento de este combustible. Necesitan menos espacio que la madera natural y, al estar empaquetados en sacos o en bolsas, son fáciles de manejar. Conviene asegurarse de que el lugar donde se almacenan se encuentra seco y aireado. Los pellets sometidos a una excesiva humedad se hinchan, pierden rendimiento calorífico e incluso se estropean si el agua penetra en ellos.
Claves para elegirlos
Los tamaños y los precios de los pellets son muy variados. No obstante, es aconsejable optar por materiales que garanticen una mínima calidad. De lo contrario, la estufa se ensucia en exceso y se atasca. Es posible que el encendido del combustible sea brusco y que a largo plazo origine una oxidación en la cámara de combustión por un excesivo condensamiento.
La calidad de los pellets se reconoce por su color y el estado de la pieza. Deben ser brillantes, lisas, con una longitud uniforme y carecer de polvo. Otros aspectos que proporcionarán un rendimiento óptimo son:
Deben estar libres de cuerpos extraños, como restos de papeles, rebabas de metales o tierra.
Es preciso que el pellet sea compacto y no se desmorone en exceso durante su manejo. No tiene que tener demasiado serrín o polvo. En ese caso, su combustión produce más cenizas y hollín de lo deseable y la estufa se ensucia con más facilidad.
El pellet no tiene que estar agrietado. Si se distinguen en él unos cortes profundos, está hinchado o reventado, la pieza tiene humedad. Su rendimiento calorífico desciende y aumenta la presencia de humos en la combustión.
Su color ha de ser uniforme. Si el cilindro tuviera motas o puntos de colores llamativos delataría la presencia de desechos de formica y plásticos, junto con el serrín natural.
Los pellets han de tener mayor densidad que el agua. Para comprobar la calidad de las piezas se sumerge una pequeña cantidad en un recipiente. Si la calidad es buena, los pellets se hundirán, mientras que el resto flotará. Si pasados cinco minutos las piezas que permanecen en el fondo no se deshacen, significa que contienen aglutinantes o colas. Esto provocará más humo en la combustión.