La iluminación es uno de los aspectos más relevantes de la casa. La luminosidad adecuada de cada estancia depende de una correcta planificación de los puntos de luz. Además, se busca el ahorro energético y una duración prolongada de las bombillas, requisitos que cumplen los focos halógenos. Empotrados en falsos techos o en el interior de un armario, su discreción les ha convertido también en un elemento muy apreciado en decoración.
Muy útiles en cocinas y baños
Los focos halógenos son una de las principales alternativas a las tradicionales lámparas. El lugar preferido para instalarlos son las zonas de paso, como los recibidores o los pasillos, aunque también son muy empleados en el baño y en la cocina. En estas estancias resultan una opción muy higiénica, ya que evitan la acumulación de grasa o polvo.
En cuanto a la instalación, pueden ir aislados o en grupo con un soporte común, formar parte de un carril o estar empotrados en el techo. Esta última opción es la más habitual y preferida en decoración. Por lo general, están incrustados en un falso techo de yeso o escayola, del que no sobresalen. De ahí su capacidad para evitar la acumulación de suciedad sobre la superficie.
Durante su funcionamiento generan mucho calor y pueden alcanzar temperaturas superiores a 250°C
Otra de las ventajas de las lámparas halógenas es que poseen una luz muy similar a la natural y una vida prolongada: pueden llegar a durar hasta 4.000 horas gracias a un gas que se encuentra dentro de una ampolla de cristal y cuya función es garantizar el buen estado del filamento durante más tiempo.
Por el contrario, uno de sus inconvenientes es que generan mucho calor durante su funcionamiento (pueden alcanzar temperaturas superiores a 250°C), por lo que deben guardar una distancia mínima entre sí y contar con un cristal termorresistente o revestimientos especiales que limiten la salida de calor.
En la cocina, los focos más convenientes son los focos «downlight» o de bajo consumo. Sustituyen a las tradicionales lámparas fluorescentes (más económicas, pero con un consumo mayor) y su luz es muy potente, por lo que también hay que seguir las recomendaciones del fabricante respecto a la distancia de separación entre focos.
Modo de instalación
Los focos halógenos se suelen instalar, en su mayoría, en falsos techos y en el interior de los armarios. En ambos casos, la instalación es similar:
En falsos techos. Antes de instalar los focos, hay que decidir en qué puntos exactos del techo se quieren colocar. Posteriormente, se hace una marca en esos puntos, se apoyan los focos para trazar su contorno y, con un taladro, se corta la silueta. Por el agujero resultante, se sacan los cables y se conectan al foco, que se encaja en el techo. El último paso es colocar el embellecedor, si lo tiene.
En el interior de un armario. Al igual que en el techo, primero hay que marcar el punto o puntos en los que se colocarán los focos y dibujar el contorno (sin el embellecedor). Luego se hacen los agujeros por los que se sacarán los cables y en los que se empotrarán los focos. Sobre el armario, se coloca el transformador del halógeno, que debe estar conectado tanto a los cables de la luz general como a los cables del propio foco. El último paso es instalar un interruptor y conectarlo al transformador y al halógeno.
La instalación de las lámparas halógenas no es complicada, pero exige respetar unas normas básicas de seguridad. Así, antes de proceder a la manipulación de los cables hay que apagar el interruptor general para evitar descargas eléctricas. Además, hay que cuidar otros detalles y tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
- A la hora de definir los puntos en los que se quieren colocar los focos, conviene tener claro si se busca iluminar un punto concreto (una mesa de estudio, un espejo…) o la estancia en general. Además, hay que valorar la intensidad de luz que se quiere conseguir.
- Los focos de baja tensión (12 V) llevan un transformador que consigue elevar la corriente que circula por la lámpara. Este transformador, que se oculta en el falso techo, sirve para conectar los focos entre sí y éstos a la red general. Para ello, cuenta con dos bornes a cada lado: uno para realizar la conexión al transformador siguiente y otro a la corriente eléctrica. Ambos bornes tienen a su vez dos cables, uno de entrada y otro de salida.
- La separación entre los focos tiene que ser, al menos, de un metro cuadrado. Respecto a las paredes, es recomendable que estén a una distancia mínima de 50 centímetros. Por último, en relación al techo, la distancia aconsejada es de unos 10 centímetros y, entre el foco y el transformador, se recomienda que haya 20 centímetros.
- Para una correcta instalación, los focos disponen de unos clips de ajuste o pinzas, que se introducen en el falso techo y ejercen una presión que consigue que el foco se quede fijo. Además, al colocar las bombillas hay que evitar tocarlas con los dedos, ya que se podrían dañar o fundir. Lo más práctico es emplear un pañuelo y, si se tocan por descuido, limpiarlas con alcohol.