Hasta ahora, las cajas fuertes han sido habituales de los comercios, los hoteles y, por supuesto, de los bancos. Su finalidad es evitar el robo de aquellos objetos de valor que se guardan en su interior. Por esta razón, debido al incremento de hurtos en determinadas épocas como el verano, algunas personas se animan a instalar una caja de seguridad en sus casas. Hay modelos de diferentes tamaños, según las dimensiones de lo que se quiera guardar o el lugar en el que se ubique la caja: empotrada en una pared o bajo un falso suelo.
Principales ventajas
Los robos en viviendas son una de las principales preocupaciones de los propietarios. Independientemente de que se tengan o no objetos de valor en casa susceptibles de ser sustraídos, nunca es agradable ser víctima de un hurto. Hay quien opta por instalar una alarma antirrobo u otro sistema de seguridad que ayude a disuadir a los cacos, pero cuando ni siquiera estos dispositivos son suficientes, es hora de recurrir a nuevas estrategias.
Imagen: Keith Syvinski
Las cajas fuertes o de seguridad son una alternativa muy práctica para proteger a los objetos de valor de manos ajenas. En ellas se pueden guardar documentos, dinero o joyas. En tamaños diferentes, se adaptan a cada necesidad para preservar la integridad de aquello que se deposita en su interior. Impiden tanto el robo de las pertenencias como su deterioro, ya que aíslan del fuego o el agua. Incluso algunas son capaces de crear condiciones de temperatura y humedad específicas para conservar determinados productos, como el vino.
En el interior se pueden crear condiciones específicas de temperatura y revestir las paredes con telas o cuero
En este sentido, se puede elegir el acabado interior que se desea. Las cajas fuertes se pueden revestir con telas, moquetas o cuero, que aportan un toque de suavidad y mayor protección a los objetos. En cuanto al diseño exterior, las cajas suelen estar construidas en acero grueso, como los pestillos, u otro material resistente.
Dónde colocarla
La ubicación de la caja fuerte es una cuestión muy importante. Antes de adquirir un modelo u otro, se debe tener claro dónde se va a colocar para asegurarse de que las medidas de la caja se ajustan al emplazamiento. Si se puede, hay que evitar los sitios habituales, como detrás de un cuadro o en el interior del armario. Cuanto más escondida esté la caja o en un lugar más insospechado, será más difícil que un caco dé con ella.
Si se puede, hay que evitar los sitios habituales, como detrás de un cuadro o en el interior del armario
Si se opta por empotrar la caja en una pared, hay que tener en cuenta el grosor del muro o si es posible realizar esta obra en un pilar, de mayor anchura y resistencia. Otra opción es esconder la caja bajo un suelo falso o camuflada de manera que pase inadvertida. Hay diferentes cajas para adaptarse a cualquier escondite.
Otros modelos, como la «caja camuflada de enchufe», de la empresa Arfe, constituyen por sí solos un buen escondite ya que pasan totalmente inadvertidos. Se trata de una serie que se empotra en la pared y queda cubierta por una placa de enchufe. El exterior es de acero, con un sistema de cierre con llave de puntos y un camuflaje frontal que se desmonta con una llave especial. Hay dos modelos disponibles: con enchufe normal y toma de tierra, y con enchufe telefónico y tapa ciega.
Tipos de cajas
Las cajas de seguridad se comercializan en diferentes tamaños y modelos, que se pueden distinguir según la instalación -de empotrar o sobreponer- o el modo de apertura -mecánico o electrónico-. En el primer caso, las cajas de empotrar se pueden encajar en un muro o en el suelo. El frontal suele ser totalmente plano para que pasen inadvertidas.
Pueden disponer de una memoria que registra cada nueva apertura de la caja
Las cajas de sobreponer se pueden fijar a la pared o colocarse sobre una superficie lisa, como una mesa o el estante de un armario. Se suelen anclar con un dispositivo de fijación o tornillos que se localizan en la base o en la parte posterior de la caja. Su principal desventaja es que son menos discretas, ya que se ve todo el cuerpo. También hay cajas pequeñas, que no están fijadas a ninguna superficie, sino que se pueden transportar.
De acuerdo al modo de apertura, se pueden encontrar cajas de combinación mecánica, que requieren una contraseña numérica que se introduce girando una rueda (o varias), y cajas de combinación electrónica, en las que la combinación se teclea en un panel de números. Ambos tipos se abren con una llave especial y pueden disponer de una memoria que registra cada apertura de la caja.
La caja puede estar atornillada sobre una superficie, empotrada en un muro o encofrada en un murete nuevo levantado para este fin
Cuando la caja se coloca sobre una superficie, lo importante es que quede bien atornillada para que sea difícil desprenderla. Si se opta por empotrarla en un muro -que debe tener profundidad suficiente-, hay que hacer un agujero mayor que la caja, fijarla con hormigón y enlucir con yeso, especialmente el perímetro.
Otra opción es encofrar la caja, es decir, esconderla en un armazón construido para este fin, que puede quedar apoyado sobre una de las paredes de la casa. Desde la Escuela de bricolaje e instalación Bricocrack recomiendan:
- Levantar un murete lateral con yeso y rasillones (ladrillos de gran formato) hasta la altura deseada.
- Realizar la base donde se apoyará la caja con ladrillos de tabiquería de hueco doble.
- Preparar una armadura de mallazo (alambre cruzado perpendicularmente).
- Colocar la armadura sobre la base y la caja, sobre el mallazo.
- Apoyar un tablero de madera sobre el frente de la caja, dejando un hueco para que se vea el frontal.
- Echar hormigón y varios clavos de acero sobre la caja, en la parte posterior y en los laterales para formar el hormigón armado.
- Dejar secar y cerrar la parte superior con una tabla o acabado en yeso.