Hay una serie de plantas que son muy atractivas por su colorido, su forma y el exotismo que representan, pero hay que conocer los cuidados que precisan para saber si se les pueden proporcionar. Este no es el caso de la (género Cordyline), una planta muy agradecida, perteneciente a la familia de las Liliáceas, que aunque es originaria de las antípodas, Nueva Zelanda, resulta muy fácil de cultivar.
Sorprendentemente la cordilinia no requiere especiales cuidados, es muy resistente y se puede decir que es una planta de vida muy larga. Presenta una raíces blancas, con un rizoma especial a partir del cuello y sus hojas listadas o matizadas son bellísimas.
Un clima templado y tierra ligeramente ácida son los requisitos fundamentales para el buen desarrollo de esta planta. En la época estival no debe darle el sol de manera directa y hay que proporcionarle agua abundantemente. El resto de los meses basta con regar la cordilina cada 15 días, preferiblemente acompañando el agua de algún abono líquido. Algo muy importante para esta planta es que sus hojas estén siempre limpias de polvo.
A su favor, también hay que decir que esta plata es fácil de renovar, basta con cortar la parte extrema del tallo y usarla como estaca. Al plantarla se atan las hojas alrededor del tallo y en tres meses habrá arraigado. Durante ese tiempo hay que mantener la tierra ligeramente húmeda y una temperatura suave, de 16 a 20º C.