La dalia es oriunda de las regiones tropicales y subtropicales de México. Perteneciente a la familia de las compuestas, en la actualidad hay catalogadas cerca de 2.000 especies de dalias, fruto de más de dos siglos de cultivo, selección e hibridación natural y artificial. La dalia es un ejemplar vivaz de tallo herbáceo y hojas opuestas, divididas en cinco o siete hojuelas ovaladas con dientes en el margen. Sus flores son muy apreciadas por su vistosidad, colorido y variadas formas.
Cultivo y cuidados de la dalia
Originaria de México, la dalia alcanzó su máximo esplendor durante la época victoriana, debido a sus múltiples formas y colorido, desde el blanco puro hasta el azul, naranja o rojo, junto con variedades bicolores.
Sus flores, grandes, pequeñas o tipo cactus, están reunidas en grandes cabezuelas, sencillas, dobles o semidobles, de extrañas formas. Si se desea conseguir flores de gran tamaño, hay que desbotonar los brotes florales que estén debajo de la flor principal.
Para un óptimo desarrollo, las dalias necesitan de la luz del sol, pero sus rayos directos pueden dañarlas. Aunque soportan ubicaciones con luz difusa o en sombra, no son beneficiosas para su desarrollo las corrientes de aire ni el viento. Son plantas que soportan mal el frío, por lo que en los meses proclives a heladas conviene plantarlas en macetas y colocarlas en un lugar resguardado hasta que lleguen fechas más cálidas.
Si se desea conseguir flores de gran tamaño, hay que desbotonar los brotes florales que estén debajo de la flor principal
El sustrato debe estar húmedo y bien drenado para que el agua no se estanque. Los riegos deben ser moderados durante los meses posteriores a la plantación y abundantes cuando empiece la floración. Cuando esto ocurre, hay que añadir un abono líquido al agua de riego.
Las dalias florecen desde el principio del verano hasta los últimos meses del otoño. No obstante, si el clima es muy caluroso, la planta dejaría de producir flores hasta que las temperaturas bajaran.
La dalias se puede cultivar a partir de tubérculos, esquejes o mediante semillas. Para multiplicarlas, sus bulbos se deben plantar entre los meses de marzo y mayo, en un sustrato de humus vegetal y arena, muy permeable, a una profundidad de entre diez y trece centímetros. Junto con el tubérculo, conviene poner un tutor que sostenga la planta a medida que ésta crezca.
Para que alcancen un buen tamaño (pueden llegar a medir un metro), se debe realizar bien el proceso de plantación, ya que si se plantan a demasiada profundidad (más de diez centímetros) se marchitarán y, si se colocan demasiado cerca de la superficie, lo más probable es que se sequen.
La falta de nutrientes o un exceso de riego pueden provocar el ataque de pulgones en la planta. Estos se alimentan de la savia de la dalia, lo que provoca que las hojas amarilleen y se debiliten. Si el ataque es muy invasivo, la planta puede llegar a morir. Para evitarlo, se debe iniciar un tratamiento fitosanitario en cuanto se detecte su presencia.
La falta de nutrientes o un exceso de riego pueden provocar el ataque de pulgones
Las dalias también son presa frecuente del virus del mosaico de la dalia, una enfermedad trasmitida por el pulgón. Este virus causa modificaciones en su pigmentación. Además, las hojas se desarrollarán de forma irregular y asimétrica.
Esta planta también puede resultar afectada por la acción dañina del hongo fusarium. Si esto ocurre, la planta no se desarrolla y muere. Este hongo pudre la base de la planta y amarillea las hojas. La mejor forma de evitarlo consiste en utilizar semillas y sustratos sanos, ya que una vez que ataca es muy difícil combatirlo.