Los usos aromáticos y decorativos de la lavanda datan de la época de los romanos. Es una planta originaria de la zona mediterránea, que se emplea para lociones y perfumes, y también para productos de limpieza, en los que anula el mal olor de los componentes químicos. En este artículo, se habla de la fragancia y belleza de la lavanda para interiores o el jardín y se dan consejos para evitar que la planta se seque y para aprovechar su aroma.
La lavanda: fragancia y belleza para interiores o el jardín
La lavanda es una de las plantas más utilizadas por la industria cosmética, debido sobre todo a lo agradable de su aroma y a la facilidad del proceso de destilación de su aceite esencial. Además, la planta no requiere cuidados minuciosos (de hecho, en muchos lugares crece de forma silvestre), pero sí hay algunas cuestionesque se deben tener en cuenta para favorecer su desarrollo y la plenitud de su aspecto, que es otra de las características por las cuales es muy valorada.
Conocido de manera habitual como lavanda (y también como espliego o cantueso), el nombre más exacto del género es «lavandula» y está integrado por unas 40 especies. Forma parte de la familia de las lamiáceas, entre las cuales se encuentran otros géneros muy conocidos y empleados en gastronomía, como la menta, el orégano y la albahaca.
El aceite esencial de la lavanda se utiliza para neutralizar el mal olor de los productos de limpieza, como la lejía y el amoniaco
La lavanda es una planta de hojas perennes, cuyos colores varían del verde oscuro al gris plateado. Los tallos son leñosos y las flores crecen en primavera y verano, en forma de espigas de un color lila azulado muy característico. Tanto flores como hojas son muy aromáticas. La multiplicación, por su parte, se realiza por esquejes.
Esta planta es originaria de la zona mediterránea, tanto del sur de Europa como del norte de África, pero hoy en día su cultivo se ha extendido a todos los continentes. Casi todo el cultivo que se realiza en la actualidad (más allá de que en muchos lugares la lavanda sigue naciendo y creciendo de modo silvestre) se destina a la explotación de su aceite esencial, a partir del cual se obtienen lociones o perfumes. Se usa también en productos de limpieza, para tapar el mal olor de los componentes químicos. De su nombre deriva el término «lavandina«, con el cual se conoce a la lejía en algunos países de Sudamérica.
Pero, además del aroma, la lavanda ofrece un bonito aspecto, al cual se le saca partido a nivel estético tanto en jardines como en otros espacios públicos. La zona de Provenza, en Francia, ofrece unos extraordinarios paisajes de líneas azules: campos sembrados de lavanda que se extienden hasta donde alcanzan a ver los ojos. Por eso, tanto por su aspecto como por su aroma, la lavanda siempre es una estupenda opción para cualquier jardín o para interiores.
Consejos para evitar que la lavanda se seque
Si bien, como se ha mencionado, la lavanda no exige muchos cuidados, hay algunas cuestiones a las que se debe prestar atención. Son las siguientes:
Para que la lavanda se desarrolle de modo saludable, el sustrato tiene que drenar bien. Uno compuesto por tierra y arena de río es el más aconsejable. Además, le sienta mucho mejor estar en un tiesto de buenas dimensiones que en uno pequeño.
La fragancia de la lavanda se puede aprovechar a nivel hogareño, para aromatizar armarios o cajones de ropa
Debe recibir la incidencia directa de los rayos del sol al menos durante unas tres o cuatro horas diarias para poder florecer.
Se recomienda podar la planta una vez acabado su proceso de floración, con el fin de que las partes que se secan y marchitan no resten vigor al conjunto. Además, esas partes liberan un olor que atrae a plagas, por lo cual es mejor eliminarlas lo antes posible.
En primavera y verano, la adición de fertilizante líquido al agua de riego cada dos semanas permite prolongar el periodo de floración. De todos modos, la lavanda es una planta que no necesita mucho riego. Por eso, en estado natural puede desarrollarse solo con el agua de lluvia en zonas bastante secas. Dos o tres riegos semanales estarán bien, según la época del año.
Además de los usos aromáticos que realiza la industria cosmética, para los cuales utiliza enormes plantaciones comerciales, se puede sacar provecho de su fragancia también a nivel hogareño. Para ello, hay que retirar los tallos florecidos de la planta al comienzo de la floración, pero cuando los pétalos ya hayan obtenido el lila azulado característico. Luego se deben colgar con las flores hacia abajo y dejar secar en un lugar fresco y ventilado.
Una vez que las flores se secan, se pueden usar como aromatizante en casi cualquier espacio, ya sea en cajas que se coloquen sobre muebles (pueden estar tapadas y destaparse solo cuando se desee perfumar el ambiente), en bolsitas de tela para colgar en armarios o meter en cajones de ropa, para incluir en cajas de regalos, etc.
Incluso se atribuye a la lavanda la capacidad de funcionar como un ahuyentador de insectos natural. En tiempos del Imperio Romano, según los relatos de la época, la gente llevaba un ramito de lavanda enganchado en sus ropas para ahuyentar a los mosquitos. En la actualidad, la sugerencia es echar flores secas de lavanda en un recipiente con una mezcla de partes iguales de agua destilada y alcohol de 90 grados.
Los antiguos romanos también le atribuían a la lavanda propiedades antisépticas y relajantes, e introducían sus flores en el agua en la que se bañaban. De hecho, se cree que el origen del nombre lavandula data de la Edad Media como un derivado del verbo latino “lavare”, que significa “lavar”.