Las plantas del jardín exigen una serie de cuidados específicos, según la especie de que se trate. En el caso de los setos y demás arbustos, la poda es de suma importancia, no solo para la salud de la planta sino también por el papel estético que estos ejemplares cumplen. Este artículo aborda la importancia y las herramientas de la poda de setos y arbustos, las maneras de podar los setos formales e informales y consejos para la poda de estas especies.
Importancia y herramientas de la poda de setos y arbustos
La poda, una atención importante para casi todas las especies que se cultivan en interiores o jardines, adquiere un papel vital cuando se trata de setos vivos y arbustos. A diferencia de otras familias de plantas, en estos casos la poda de formación no debe efectuarse solo en sus primeros años de vida, sino a lo largo de toda su existencia, debido a que su forma y dimensiones son un componente fundamental del cuidado de los setos. También es importante para la fructificación y el rejuvenecimiento.
Muchos cortasetos eléctricos funcionan con baterías, lo cual permite trabajar con mayor autonomía y comodidad
Las herramientas apropiadas para realizar esta tarea son tanto las tijeras cortasetos -conocidas como «tijeras de podar»- como los cortasetos eléctricos, que se comercializan en el mercado en distintos tamaños, para que se adapten al trabajo con plantas más grandes o más pequeñas. Muchos modelos de estos aparatos funcionan con baterías, que les otorgan autonomía y permiten trabajar con ellos con mayor comodidad, sin necesidad de que estén conectados por medio de un cable a la corriente eléctrica.
Dos maneras de podar los setos
Los setos se dividen en dos grupos, formales e informales, y cada uno de ellos requiere un tipo de poda determinado.
1. Setos formales: son los que se utilizan como «muros» en los jardines o los patios de las casas. Exigen un trabajo de poda más exigente, al menos dos veces al año (a veces más), para mantener sus líneas rectas y un tamaño adecuado. Las especies más comunes empleadas para esta clase de setos son los ligustros, las arizónicas, el boj y la macrocarpa.
Lo idóneo es dejarlos crecer libres hasta que alcancen la altura en la que se desea mantenerlos, salvo que esta sea superior a 1,5 metros. Hasta ese momento, solo conviene recortar los brotes laterales que crezcan demasiado. Cuando hayan alcanzado la altura citada, se deben cortar para frenar su crecimiento hacia arriba y permitir que, al crecer las ramas de debajo, gane densidad en su interior. Luego se seguirá recortando a esa misma altura, para mantenerla, o bien se dejará crecer hasta la altura deseada.
En regiones más cálidas y húmedas, pueden ser necesarias hasta cinco podas anuales
La primera de las dos podas anuales recomendadas debe realizarse a mediados de la primavera, entre abril y mayo, y el segundo al final del verano, en septiembre. La función de la primera poda es frenar el rápido crecimiento que se produce en ese momento del año, para que no sea solo veloz sino también sólido y vigoroso. La segunda poda permite controlar el rebrote del otoño. En regiones más cálidas y húmedas, es probable que hagan falta más de dos podas al año. Debido a que la planta brota y crece con mayor rapidez, pueden ser necesarias hasta cinco. En tales casos, las podas deben realizarse de forma periódica entre marzo y octubre. Es decir, se aconseja evitar los recortes en los meses de temperaturas más bajas.
2. Setos informales: se deja que crezcan con mayor libertad y en muchos casos florecen. Hay que podarlos solo una vez al año e, incluso, en ciertos años conviene no podarlos. Algunas especies utilizadas para setos informales son las adelfas, espinosas como la acacia espinosa o el berberis, o florales, como el rosal, la camelia y el hibisco. Aunque a alguna de estas especies se le puede dar una determinada forma ornamental, es mucho más difícil que a las recomendadas para setos formales, que admiten composiciones casi escultóricas.
Salvo que se corten de forma recta para dar al seto una apariencia de “muro”, al podar estos arbustos se debe procurar que la parte superior de la planta sea más pequeña que la inferior, con el fin de que el ejemplar se mantenga firme y facilitar así que la luz del sol alcance las zonas bajas e interiores. De lo contrario, estos sectores se verán deteriorados y despoblados y, poco a poco, la planta perderá color, forma y atractivo.
Para asegurarse de que se sigue una línea recta al cortar la parte superior de un seto, conviene tender una cuerda desde un extremo hasta el otro de la línea de arbustos y luego seguirla con las tijeras o el cortasetos eléctrico. También es recomendable el uso de un nivel al tensar la cuerda, para garantizar su horizontalidad.
Si el arbusto envejece, se puede realizar la llamada poda de rejuvenecimiento o de regeneración, consistente en un corte drástico, casi hasta el tronco, que permite que la mayor parte de las ramas del ejemplar vuelvan a nacer con mayor fuerza. Esto es practicable sobre todo con especies como el ligustro, que crecen con rapidez, aunque en otras (como el boj o la macrocarpa) puede ser más difícil y no siempre se tienen los resultados esperados.
Se aconseja el uso de guantes para hacer la poda, y también -sobre todo si el sector sobre el que se ha de trabajar queda a la misma altura o por encima de los ojos- el de gafas, para proteger los ojos de pequeñas ramas, astillas o el simple polvo que pudieran desprenderse.
Lo más idóneo es podar desde abajo hacia arriba. Para trabajar en la parte inferior de la planta, la mejor postura es en cuclillas y con la espalda recta y, a partir de ahí, subir hacia la zona superior. En caso de que el seto sea muy alto, habrá que ayudarse con una escalera que cumpla con las normas de seguridad, para prevenir accidentes.