La vinca es una planta vivaz, de follaje verde oscuro y largos tallos que producen flores planas. Sus hojas son de un color verde brillante y con forma lanceolada u ovalada, con base obtusa, sin pelos, opuestas y coriáceas. La altura media que pueden llegar a alcanzar estos ejemplares es de un metro y medio.
Esta vivaz, perteneciente a la especie de las Apocináceas, es oriunda del norte del continente americano. Sus flores tienen una amplia gama cromática, que va desde el blanco al azul pastel, según cual de las múltiples especies existentes estemos observando.
Las vincas debe de ser cultivadas sobre suelos fuertes, que dispongan de un buen drenaje, y hay que mantenerlas a temperaturas que no bajen de los 8º C. Si les proporcionamos estos básicos cuidados es relativamente sencillo que muestren sus flores desde finales de la época invernal hasta mediados de primavera, por lo que se trata de ejemplares muy adecuados para adornar balcones o jardines en esta época en la que llegan a florecer menos plantas.
Sin agua la vinca aguanta muy bien, pero en función de la estación del año en la que nos encontremos necesita un aporte mayor o menor de líquido. Para guiarnos, podemos decir que la periodicidad de los riegos estará en función del tiempo que tarde en absorber el agua. Así, en verano precisa un riego diario, mientras que en invierno bastará con añadirle agua semanalmente. Si la sequedad ambiental a lo largo del verano resulta excesiva deberemos pulverizar sus hojas, pero evitando mojar sus flores.
Requiere de un sustrato con un buen drenaje para evitar los encharcamientos. Lo ideal es proporcionarle un sustrato a base de turba mezclada con arena de río y mantillo, estos dos últimos componentes al 14 y 28% de la mezcla respectivamente.
El sol directo es un buen aliado de la vinca, aunque a lo largo del verano tal vez sea necesario colocarla en lugares de semisombra y pulverizar sus hojas si se alcanzan altas temperaturas. Asimismo se desarrolla especialmente bien en zonas umbrías y húmedas, en bosques y también en el sudoeste de las regiones bañadas por el mar mediterráneo. En verano podremos protegerla de los rayos solares en el interior de nuestra casa, mientras que a lo largo del otoño e invierno es conveniente sacarla fuera para que reciba la luz del sol.