Lacar una librería, además de darle un acabado impecable, representa una protección tanto para el mueble como para los volúmenes que contendrá, en particular, en el caso de una biblioteca muy consultada. El proceso exige una limpieza a fondo de la madera y bastante paciencia: se deben aplicar al menos seis capas de laca. El mejor resultado se obtiene cuando el trabajo se realiza con una pistola con compresor de aire, aunque también se obtiene un buen resultado con rodillo y brocha.
Lacar un mueble: brillo y suavidad
El lacado es una técnica muy recomendable para los muebles del hogar, sobre todo, porque permite obtener un acabado muy atractivo, suave al tacto y brillante, que además protege de manera efectiva contra la humedad, la corrosión y los insectos. En el caso de las estanterías para los libros, la protección es doble: por un lado, cuida la madera de los factores mencionados y también del constante ajetreo al que puede estar sometida si la biblioteca es de consulta frecuente; por otro lado, protege los libros, que se dañarán menos al rozar una superficie lacada que otra de carácter más rugoso.
Para limpiar a fondo la superficie que se debe lacar, puede emplearse una mezcla de detergente y amoníaco
El primer paso antes de lacar la librería consiste en determinar el material del que está compuesta. Si son tablas de aglomerado o de DM (como se conoce a los tableros de fibra de densidad media, también llamados MDF), lo más recomendable será no lacarlos, ya que podrían arruinarse debido a la calidad de su elaboración.
En el caso de otras maderas, el lacado sí podrá realizarse sin inconvenientes. Para ello, será fundamental asegurarse de que la superficie del mueble esté lo más limpia y lisa posible. La presencia de polvo u otra clase de suciedad, o bien las irregularidades, perjudicarán el acabado de la laca. Para limpiar la madera a fondo, se puede recurrir a una mezcla de detergente y amoníaco. Una vez que se ha secado, se debe pasar una lija suave para eliminar las impurezas y, por último, un trapo humedecido en aguarrás, que quitará el polvo restante.
Lacar en un sitio cerrado, pero con ventilación
Como medida de seguridad para garantizar la calidad del trabajo, lo mejor es trabajar en un lugar cerrado, libre de corrientes de aire y del acceso de polvo desde el exterior, aunque con buena ventilación.
La capa de imprimación actúa contra la posible formación de hongos en la madera y garantiza que la laca se adhiera bien
También es recomendable aplicar una capa de imprimación, para garantizar que la laca se adhiera bien a la superficie. La imprimación para madera -que por lo general tiene una tonalidad incolora y resiste el lijado- sella los poros y actúa contra la posible formación de hongos. Después de toda esta preparación, llega el momento de aplicar la laca.
El lacado en concreto no tiene mayores misterios. No es más que aplicar la laca de la manera más uniforme posible a lo largo de toda la superficie. Se deja secar, se aplica una lija fina con suavidad y otra mano de laca. Para obtener un buen resultado, el proceso se debe repetir al menos seis veces. Lleva un tiempo, pero menos que a los artesanos chinos, los primeros en emplear esta técnica, que podían tardar hasta 30 años en lacar los objetos más delicados.
Lo más corriente para cualquier aficionado es aplicar la laca con los métodos más tradicionales: rodillo en las superficies amplias y brocha para los bordes y los rincones a los que resulta más difícil acceder. El mejor acabado -el más profesional- se obtiene al aplicar la laca con una pistola con compresor de aire, pero esta exige hacer gala de una experiencia y una destreza también más profesionales.
Por tal motivo, salvo que se cuente con práctica previa, la recomendación es hacerlo con rodillo y brocha. Si se cuenta con paciencia y esmero, también con estas herramientas se pueden alcanzar excelentes resultados.