El suelo es uno de los elementos fundamentales en el hogar. Sufre el paso frecuente de los habitantes, el uso de sillas y muebles y otros factores que dejan huella sobre la madera. Por este motivo, es conveniente renovarlo con un pulido periódico. La elección de la pulidora, su manejo correcto y la técnica de pulido son las claves de un buen trabajo.
Preparar la superficie
El lijado debe empezar con una limpieza en profundidad de todas las estancias en las que se tratará el suelo. Se deben vaciar las habitaciones de muebles, moquetas, alfombras y cortinas para que no entorpezcan el paso de la pulidora. Además, es necesario retirar las ceras o encerados residuales que se hayan aplicado con anterioridad en la madera. Para ello, es preciso cepillar la superficie con una solución de agua y detergente que contenga ceras naturales. A continuación, conviene revisar el suelo en busca de clavos salientes con los que es posible que choque la pulidora. Hay que avellanar todas las cabezas que sobresalgan y limpiar una vez más la superficie: se debe barrer y aspirar con minuciosidad.
Para un lijado correcto, es preciso realizar tres pasadas sucesivas con la máquina. En cada una de ellas, el grosor de las bandas abrasivas de la lijadora no tiene que ser el mismo. La primera se debe realizar con un grano grande, después medio y la última pasada, con una granulación fina.
El sentido de las lamas de la madera determina la forma en la que se debe pulir la superficie
Recomendaciones
Las lijadoras son herramientas de fácil manejo pero que requieren cierta destreza. Antes de empezar, hay que bascular la pulidora hacia atrás para después apoyarla con suavidad sobre la superficie. Son máquinas robustas con cierta fuerza inherente como para «escapar» de las manos. Se deben manejar con fuerza para marcar la trayectoria que se desee realizar. Para evitar posibles accidentes, el cable de la lijadora debe estar siempre encima del hombro.
Es aconsejable evitar las paradas en seco o los cambios de dirección durante el trabajo. Igual de importante es observar el propio funcionamiento de la pulidora. Es preferible adelantarse a los atascos de la máquina y vaciar el depósito de serrín, antes de que la lijadora deje de aspirar. Si esto ocurre, hay riesgo de que se produzcan «canales» en la madera.
El sentido de las lamas, importa
Otro elemento que determina el éxito o el fracaso del lijado es la propia técnica con la que se lleve a cabo. No basta con pasar la pulidora por la superficie tres veces, sino que además hay que prestar atención al sentido de las lamas.
Si éstas son rectas, la primera pasada se debe realizar en diagonal, la segunda en sentido oblicuo contrario y la tercera tiene que seguir la dirección de la madera.
Para lijar un parqué en diagonal, hay que empezar por el ancho de la superficie, continuar por el largo y, en la última pasada, lijarlo en la dirección que tengan las lamas.
Trabajar con el material adecuado es fundamental. Para pulir un suelo de uso doméstico será necesario contar con una pulidora de rodillo, que se utilizará en la mayor parte de la superficie.
Otra opción es recurrir a las lijadoras de banda continua. Son las herramientas profesionales por excelencia. Sirven para lijar todo tipo de superficies de madera, pero tienen un inconveniente: su manejo requiere mucha pericia, ya que tienen una gran capacidad lijadora y hay que controlar con precisión la velocidad con la que funcionan. Además de éstas, es aconsejable conseguir una pulidora de disco flexible para lijar las zonas que se encuentran a ras de los zócalos y otra de tipo delta, para acceder a los recovecos o a las esquinas difíciles de lijar.
Con cualquiera de las lijadoras que se empleen es aconsejable seguir unas pautas de seguridad. Se deben utilizar gafas protectoras, mascarilla y tapones para los oídos. Son imprescindibles por la toxicidad del polvo de barniz y para evitar lesiones auditivas por el ruido intenso de la máquina. Es fundamental no descuidar tampoco su agarre. Debe estar en todo momento sujeta con las dos manos y hay que desenchufarla siempre que se cambie la lija o se vacíe el saco.