A menudo, sólo el factor estético determina la elección de una maceta. La atención se centra en el color y los motivos que la decoran. Sin embargo, hay que fijarse también en el material del recipiente, sus dimensiones y la estabilidad que proporciona la base, ya que incide en las condiciones de crecimiento de la planta. Además de la apariencia del tiesto, hay que considerar estos elementos.
Cada material, una propiedad
Las macetas destacan por infinidad de formas, tamaños y materiales. El más tradicional es la terracota. Estos tiestos de alfarería no son resistentes a las heladas y es posible que, incluso, se agrieten cuando las temperaturas son muy frías. Los modelos de paredes muy espesas son los de mayor resistencia. Además, la terracota tiene una ventaja con respecto a otros materiales: su porosidad. Permite controlar de forma óptima las necesidades de riego ya que deja circular mejor el agua.
Las macetas de plástico y resinas sintéticas son también muy habituales. Se limpian con mayor facilidad que las de barro, pero soportan peor la exposición directa al sol. Al ser impermeables, ayudan a que el sustrato se seque más tarde. Esta propiedad facilita la aparición de estancamientos de agua dentro del tiesto, pero son macetas ligeras y se erigen como la elección apropiada para terrazas, alfeizares y para colgar en la pared.
Los tiestos de alfarería no resisten las heladas
Desde siempre, la madera se ha empleado para elaborar jardineras de gran tamaño en invernaderos. Su uso es poco frecuente en el ámbito doméstico. Este material proporciona un gran atractivo a la maceta, pero tiene un inconveniente: la sensibilidad a la humedad. Son escasos los modelos con agujeros de drenaje para evacuar el excedente de agua de riego. Los recipientes de madera sirven a menudo como revestimiento. Dentro de ellos debe colocarse otra maceta y un platillo que recoja el agua.
Medidas apropiadas
El tamaño de la maceta es otro de los factores que influye en el crecimiento de la planta. La mayoría de las especies del hogar requieren recipientes ajustados para que las raíces se anclen de forma firme a la tierra. Las plantas carnosas y las palmeras necesitan macetas más profundas, mientras que las fitonias, las violetas africanas y la mayor parte de las especies que forman matas se desarrollan mejor en tiestos que priorizan la altura sobre la anchura.
Una maceta de entre 18 y 20 cm de diámetro debería alojar una planta inferior a 1,20 metros de altura
En general, para plantas que midan menos de 1,5 metros, la altura de la maceta debe oscilar entre un cuarto y un tercio de la altura total, incluidas las raíces y la parte aérea, y un quinto en los ejemplares más grandes. En cuanto al diámetro del tiesto, ha de equivaler a dos tercios de la altura del recipiente. Una maceta de entre 18 y 20 cm de diámetro debería alojar una planta inferior a 1,20 metros de altura. Cuanta más tendencia tenga la planta a crecer, más amplia debe ser la maceta.
Otro factor en el que se debe centrar la atención es la estabilidad de la maceta. El desarrollo y crecimiento de una planta no es simétrico, sino que, en ocasiones, resulta arbitrario. La tendencia que las plantas tienen a orientarse hacia la luz propicia que sus formas sean desiguales y desequilibradas.
Es fundamental que la maceta sea estable y pesada para contrarrestar el peso del ejemplar. Resulta útil añadir abundante arena al resto del sustrato. Así la maceta ganará estabilidad. En líneas generales, el peso de la planta no debe sobrepasar en más de un tercio al de la maceta con sustrato.