El color de la madera varía, según la especie, desde unas tonalidades claras a otras más oscuras y exóticas. No obstante, en todos los casos, el efecto de la luz solar sobre este material provoca un cambio en el color. Mientras las maderas claras tienden a oscurecerse, en las maderas oscuras ocurre generalmente lo contrario. ¿Cómo evitarlo?
En principio, esta variación de color es un fenómeno natural, aunque en ocasiones se produce porque la madera es atacada por hongos microscópicos. Es lo que se conoce como azulado de la madera, ya que adquiere un tono de estas características. Sin embargo, cuando se produce una exposición a la intemperie la madera tiende a adquirir un tono grisáceo.
Esta circunstancia se puede evitar si se aplica un tratamiento adecuado, que combata el efecto de la luz solar, la lluvia o la humedad, así como la acción de los hongos, insectos o carcoma. Se trata de productos que, en lugar de crear una capa sobre la madera, penetran en ella y la protegen desde el interior. De esta manera, la madera respira y se mueve de forma natural, lo que evita posibles daños, deformaciones o grietas en el exterior.
Por otro lado, con estos productos se consigue un resultado similar al de los tintes, ya que no sólo se da color a la madera sino que también se puede ver la veta original. Para ello, se venden en tonos transparentes -aconsejados para lugares que no estén expuestos directamente al sol- o en tonalidades que coinciden con las especies de madera más empleadas en el hogar, como roble, pino, sapelly, caoba, teca o wengué.
Como la mayoría de productos que sirven para decorar y/o proteger, antes de aplicar cualquier protector, es necesario preparar la superficie. Hay que eliminar los posibles restos de polvo o suciedad y lijar los restos anteriores de pintura, tinte o barniz. Sólo así se facilita que el producto penetre en los poros de la madera.
No es necesario lijar la superficie para aplicar una nueva capa
Es importante que la madera esté seca para impregnar bien el interior. Si se hace así, el mantenimiento posterior apenas incluirá una limpieza y una nueva aplicación cuando el producto comience a deteriorarse, sin necesidad de lijar la superficie. En este sentido, los productos protectores se pueden emplear en muebles, puertas, ventanas, persianas o vallas, entre otros, tanto de madera maciza como contrachapada y corcho.