El fregadero es uno de los elementos de la cocina que más se utiliza y, por tanto, que más se mancha. Los restos de cal, detergente o comida adheridos a la superficie de la pila la ensucian y deterioran. Para mantener el fregadero en perfectas condiciones, hay que tener en cuenta el tipo de material con que está fabricado y evitar el uso de estropajos y productos abrasivos que lo puedan rayar.
Cuidado y limpieza del fregadero según el material
Los fregaderos fabricados con resinas sintéticas apenas requieren mantenimiento. Para su limpieza diaria basta con frotar la superficie con una esponja empapada en jabón neutro diluido en agua. A continuación, se enjuaga con agua abundante y se seca con un trapo, para evitar manchas de cal. Si se quiere recuperar el brillo perdido, solo hay que aplicar unas gotas de limón o vinagre disueltas en agua caliente y frotar con un paño suave. Para eliminar las manchas más resistentes, se puede emplear un cepillo con cerdas de nailon. Si la superficie está deteriorada, se puede lijar la zona dañada con una lija muy fina humedecida en agua.
Las piletas de acero inoxidable son bastante resistentes, pero se rayan con facilidad. Para limpiarlas hay que utilizar un jabón neutro diluido en agua y una esponja suave. Este tipo de material no se debe limpiar con sustancias abrasivas o detergentes en polvo. Cuando se pretende que el acero inoxidable brille, hay que frotarlo con alcohol de quemar, aclararlo bien y secarlo con un paño suave para evitar los restos de cal. Las manchas persistentes se pueden eliminar con alcohol de 90°C.
Muchos productos de limpieza contienen cloruros que pueden dañar el acero inoxidable, por lo que se deben aclarar tras usarlos
Los restos de jabón que quedan adheridos a la superficie de los fregaderos de acero inoxidable pueden provocar que estos pierdan brillo al entrar en contacto con la cal del agua.
La mayoría de los productos de limpieza contienen cloruros que pueden dañar el acero inoxidable, por lo que se deben aclarar después de cada uso. Las aguas con alto contenido de hierro, minerales o carbonato cálcico también pueden afectar al óptimo estado del fregadero, por lo que este se debe secar después de cada uso.
El acero inoxidable tampoco es compatible con ácidos ni con lejías, de manera que las cubetas de este material no son las más indicadas para dejar ropa u otros objetos en remojo con estos productos. Si se utilizan, es necesario lavar pronto el fregadero y aclararlo con abundante agua.
Las superficies de gres se limpian igual que las de acero inoxidable: jabón neutro, aclarado abundante y secado.
La suciedad acumulada en los desagües y rebosaderos se debe limpiar una vez a la semana con un cepillo de los utilizados para la limpieza de los biberones. También se puede echar un poco de lejía líquida, dejarla actuar durante un par de minutos y aclararla con agua limpia.
Para limpiar los grifos, sobre todo los cromados, no se deben utilizar productos abrasivos
Para limpiar los grifos, sobre todo los cromados, no se deben utilizar productos abrasivos. Estos limpiadores contienen ácidos y amoniacos que dañan la superficie de la grifería. La mejor opción es utilizar agua o lavavajillas suave o bien un limpiador específico. Para limpiar la rejilla, solo hay que colocarla bajo un chorro de agua para que arrastre las impurezas que se hayan quedado atrapadas. Los restos de cal y otros sedimentos difíciles de desincrustar se eliminan con un objeto punzante.
Si el fregadero dispone de un colador, este se debe lavar tras su uso, antes de que los restos de suciedad se endurezcan y se sequen. Lo mismo hay que hacer con las tablas de cortar. Las de plástico se deben lavar en el lavavajillas, mientras que las de madera se deben limpiar bajo el grifo con agua caliente. Si los olores no desaparecen con el agua, conviene frotar la tabla con medio limón impregnado con sal.