Cuando llegan los días de luz y calor, los jardines, terrazas y balcones son el decorado idóneo de comidas familiares y entre amigos, durante largas horas de ocio y de relax. Los muebles y el equipamiento de exterior se convierten entonces en los protagonistas. Tras un largo invierno guardados en condiciones que no siempre son óptimas, o sometidos a una climatología adversa, es momento de que luzcan en perfecto estado. Una limpieza regular evitará su deterioro que, cuando sea visible, requerirá un tratamiento de renovación.
Cuidados para cada tipo de mueble
Los muebles de jardín están preparados para su uso en exterior. No osbtante, la superficie sufre con las inclemencias del tiempo, por lo que es importante someterlos a una limpieza y mantenimiento regulares, además de un tratamiento de renovación, antes de volver a utilizarlos.
Muebles de resina y plástico. Son resistentes a la intemperie, pero con el tiempo pierden su aspecto brillante y se vuelven blanquecinos. Su mantenimiento es muy sencillo, basta con lavarlos con agua y jabón, aclararlos y secarlos con un paño para evitar que el agua deje manchas al evaporarse. Un truco para que este tipo de muebles no se deterioren por el exceso de sol es cubrirlos con toallas húmedas.
Muebles de fibras naturales. El bambú, el mimbre, el petan -mimbre sintético- y el ratán son los materiales que más se deterioran, aunque bien cuidados pueden durar mucho tiempo. Para su mantenimiento, hay que limpiarlos con cuidado para no dañar las fibras. Primero hay que eliminar el polvo con un cepillo suave, para después pasar un paño humedecido en agua con un unas gotas de jabón neutro. Si los muebles son de caña, hay que enjuagarlos con agua salada para que ésta se mantenga rígida. Una vez secos, si el material lo requiere, se aplica con una brocha de cerdas duras un barniz de poro abierto para exterior, rebajado con aguarrás.
Muebles de hierro, aluminio y forja. Aunque estos materiales son resistentes y duraderos, y apenas les afectan las inclemencias del tiempo, pueden sufrir los efectos de la lluvia en forma de óxido. Para evitar que esto ocurra, hay que aplicar a los muebles una capa de pintura o barniz antioxidante cada 2 ó 3 años, en función del clima. Si el óxido ya ha dañado el mueble, primero hay que eliminar su rastro con una lija al agua o un cepillo de alambre rígido. Antes de aplicar el antióxido, hay que lavar y secar bien la superficie lijada para que no se acumule el polvillo. Basta con limpiarlos con agua jabonosa.
Muebles de madera. La teca, la burinba, el iroco y demás maderas exóticas para jardín resisten bien los efectos del agua y del sol, por lo que exigen pocos cuidados. La resina de la propia madera les proporciona una película protectora. Para conservar estos muebles en buen estado, hay que limpiarlos de forma periódica con un cepillo y agua jabonosa, además de aplicarles una o dos veces al año una capa de aceite de protector derivado de la propia madera (aceite de teca o mezclas) o un renovador de madera para que recuperen su color inicial. Estos protectores también contrarrestan el efecto de los rayos ultravioleta y la acción de hongos e insectos. Si es necesario, antes de aplicar estos productos se pueden pulir las asperezas del mueble con una lija fina.
Eliminar las manchas en colchones, cojines y fundas de los muebles de jardín es sencillo. Si estas lonetas no son desenfundables y no se pueden lavar a máquina, primero hay que eliminar el polvo con una aspiradora. Si la etiqueta de la loneta indica que no se puede lavar, se usará un producto para limpieza en seco. Si el material es acrílico lavable, las opciones son varias. Para eliminar las manchas y los roces, se puede cepillar la tela con agua y jabón. Si es de color claro, también es posible utilizar una mezcla de agua oxigenada y agua al 50%, o un combinado de zumo de limón, bicarbonato de sodio y almidón. En todos los casos hay que hacer una primera prueba en una zona que no esté a la vista y terminar la limpieza con un buen aclarado.