La presencia de una segunda planta en una misma maceta tiene a menudo consecuencias positivas, ya que ayuda a la creación de un microclima que permite aprovechar más y mejor el agua de riego y la humedad del ambiente. Además, se pueden lograr excelentes combinaciones a nivel estético. Este artículo explica por qué conviene colocar otras plantas en las macetas, las características de los ejemplares secundarios -que acompañan a la principal- y la importancia de las ubicaciones y los microclimas en interiores.
Otras plantas en las macetas para mantener la humedad
Por lo general, en cada maceta se coloca solo una planta. Pero en muchos casos esto no es lo más conveniente. ¿El motivo? Esa planta, al hallarse aislada, pierde humedad de forma mucho más fácil que si compartiera el espacio con otros ejemplares, ya que una gran cantidad del agua de riego se evapora y no es aprovechada por ella. Debido a eso, es fundamental la creación de microclimas para las plantas, tanto en el jardín como en interiores.
Si se ubican varias macetas juntas, el efecto del microclima se multiplica
Una muy buena posibilidad es colocar otras plantas, que ocupen el lugar de ejemplares secundarios, en el mismo recipiente de la principal. Estas «acompañantes» mantienen un mayor nivel de humedad en ese espacio, lo que favorece a la planta con la que comparten tiesto. Si a su vez se ponen varias macetas juntas, el efecto se multiplica.
Características de las plantas secundarias
Es importante que esas otras plantas (a veces llamadas «de relleno«) cumplan con algunas características.
No deben ser demasiado grandes, por un lado, porque de ese modo se correría el riesgo de que la maceta resulte pequeña y el sustrato no sea suficiente para ambas y, por otro, por una cuestión estética, ya que se disputarían protagonismo y es mejor que una de ellas destaque y la otra funcione como complemento.
Para elegir las plantas, queda bien contrastar ejemplares grandes con pequeños o multicolores con monocromáticos
Tampoco puede ser una especie demasiado invasiva (como la menta), que tiende a extenderse por todo el terreno y que «se apropia» de los recursos y nutrientes del suelo. Si se coloca una planta así, en lugar de favorecer, se perjudicaría a la planta principal.
En relación solo con el aspecto exterior, no solo hay que tener en cuenta el tamaño de ambas especies, sino también sus colores y demás características para asegurarse de que ambas forman una buena combinación. Quedan bien los contrastes: una planta de hojas grandes (como el filodendro o el potos) con una de hojas y flores pequeñas (como la raspilla, cuya flor es la nomeolvides), una especie alta combinada con una baja, una monocromática con otra multicolor, etc.
Además de colocar más de una planta por maceta, existen otras fórmulas para procurar las mejores condiciones para las plantas de interiores. Al igual que cuando se habla de los microclimas del jardín, se deben tener en cuenta factores como el alcance de los rayos del sol y de la sombra en los diferentes momentos del día, de las corrientes de aire, etc., también hay que atender esos elementos dentro de casa. Sitios cercanos a fuentes de calor, como radiadores o estufas, o con poca luz, como un rincón o un lugar que queda tapado por una puerta cuando esta se abre, pueden representar estrés, una mala calidad de vida y hasta la muerte para un ejemplar.
En todo caso, siempre se puede recurrir al método del ensayo y error: colocar la planta en distintas ubicaciones y prestar atención a cuál genera mejores efectos. El propio ejemplar, a través de su brillo, sus colores, la tonalidad de sus hojas, su aspecto general, dará señales de qué sitios le convienen más.
Y más allá de estas recomendaciones generales, siempre conviene colocar varias plantas juntas, porque en conjunto crean microclimas que favorecen su crecimiento y desarrollo.