Por motivos de seguridad, los cables eléctricos de las instalaciones domésticas deben estar ocultos. Esta circunstancia no implica la necesidad de empotrarlos en rozas perforadas en la pared, pero sí conviene, al menos, guardarlos en tubos que queden a la vista pero no dejen al descubierto los cables.
Una solución consiste en esconder los conductores en canaletas. Éstas se fijan sobre la pared sin apenas realizar obras. En ocasiones, se puede elegir el color de las canaletas o pintarlas de acuerdo a la decoración de la estancia. Otra opción son los rodapiés con hendiduras en la parte interior para guardar los cables.
En el caso de las rozas (tubos empotrados), los conductores se protegen con una manguera de tubo flexible de color negro denominada «macarrón». Éste facilita el transporte de los cables a través de las rozas y los protege del material que se utilice para tapar los agujeros.
Tubos protectores
A pesar de que los cables han de contar con un aislamiento adecuado, la normativa vigente regula los requisitos que deben cumplir los tubos para reforzarlo. Así, estos pueden ser metálicos, no metálicos o compuestos, es decir, constituidos por ambos tipos de materiales.
Las paredes de los tubos deben estar libres de aristas, asperezas o fisuras para no dañar los cables o causar heridas
Es imprescindible que las paredes de los tubos no presenten aristas, asperezas o fisuras, ya que podrían dañar los conductores o causar heridas a instaladores y usuarios. Por el mismo motivo, hay que proteger la unión con los accesorios, además de asegurar que el diámetro interior es suficiente para facilitar el alojamiento y extracción de los cables.
No obstante, las características de los tubos están determinadas por el tipo de instalación. En canalizaciones superficiales se apuesta por tubos rígidos, salvo en casos especiales que requieran tubos que se puedan curvar. Por su parte, en canalizaciones empotradas los tubos pueden ser rígidos (en hormigón), curvables o flexibles (en paredes, techos y falsos techos).
Otros rasgos de estos materiales son: resistencia a la compresión, al impacto, al curvado, a la penetración de objetos sólidos y agua, y a la corrosión, en el caso de tubos metálicos y compuestos.
Igual que los tubos, las canalizaciones que los albergan han de cumplir unos requisitos. Las prescripciones generales determinan que el trazado se haga siempre siguiendo líneas verticales y horizontales. En su lugar, se pueden trazar líneas paralelas a las aristas de las paredes. Este sistema facilita la localización de los tubos en caso de avería.
En cuanto a los accesorios de unión, deben asegurar la continuidad de la protección de los conductores. Estas uniones pueden ser roscadas o mediante una cola especial que consigue juntas estancas. Asimismo, cuando los tubos deban superar zonas con curvas, éstas serán continuas y no originarán reducciones de sección que impedirían un alojamiento holgado de los cables.
A través de los registros se introducen y retiran los tubos que albergan los conductores
Otro punto importante de la instalación son los registros, ya que a través de ellos se introducen y retiran los tubos. En tramos rectos, los registros no han de estar separados entre sí más de 15 metros. Por ellos se introducen en primer lugar los tubos y, a continuación, los conductores. En algunas instalaciones pueden servir como cajas de empalme o derivación.
En montajes superficiales, las bridas o abrazaderas permiten la fijación a las paredes. Los tubos han de estar sólidamente sujetos, además de protegidos contra la corrosión. La distancia entre bridas debe ser como máximo de 0,50 metros, mientras que los tubos van, siempre que sea posible, a una altura mínima de 2,50 metros sobre el suelo.