Las patas de una mesa son su principal soporte. Además de aguantar el peso de la estructura, han de responder bien ante la carga que se coloca encima. Por ello, a la hora de elegir este mueble, no solamente hay que fijarse en su diseño, sino en el tipo de patas, resistencia, material y grosor de éstas. Hay diversidad de modelos: regulables, extensibles, cónicas, cilíndricas, cuadradas.
Imagen: decor8
En el caso de las patas regulables o extensibles son ideales para las mesas de escritorio o aquellas que utilizan los pequeños de la casa, puesto que permiten regular la altura de la mesa a la estatura del niño o niña conforme crece. Por lo general, las patas tienen varias posibilidades de altura y se fijan a la mesa encajadas en placas. De esta manera, se puede conservar el tablero y cambiar sólo las patas, según las necesidades. Cuando las patas son fijas, pero se quiere regular la altura, se pueden emplear niveladores de altura.
Las patas regulables o extensibles permiten adaptar la altura de la mesa
En cuanto a la base, si lo que se busca es estabilidad, la elección más acertada es una base plana y ancha. Las patas cónicas o talladas pueden presentar problemas en este sentido, ya que su grosor no es el mismo en toda la pata. Una base plana garantiza un apoyo firme y aumenta la capacidad de carga de la mesa. Es lo que ocurre con las mesas que tienen una única pata central. Ésta ha de ser lo suficientemente ancha como para soportar el peso de la mesa y de la carga. Además, cuando las patas son cilíndricas, hay que asegurarse de que la base no se desliza con facilidad. Si esto ocurre, una solución consiste en colocar tapas antideslizantes.
Patas tipo «L»
Las características de las patas deben estar en función del tipo de mesa y sus dimensiones. De acuerdo a éstas, se determina la distancia entre las patas, el acabado y la altura. El Instituto de Biomecánica de Valencia analiza estos y otros factores. Así, ha concluido las características idóneas que deben tener las patas de mesa utilizadas por personas con discapacidad física.
Estas patas son idóneas para personas con discapacidad física, en silla de ruedas, porque facilitan la movilidad
En concreto, el IBV recomienda «utilizar mesas con patas tipo «L», en vez de tipo «H», siempre que esté garantizada la estabilidad de la mesa cuando el usuario se apoya en el borde». Las patas tipo L facilitan la movilidad a las personas en silla de ruedas, frente a las patas tipo H o mesas con faldones laterales, que soportan cargas más pesadas, pero restan movilidad.
Respecto a la altura, aconseja que esté comprendida entre 75 y 80 centímetros «para acomodar al usuario de silla de ruedas». Hay que tener en cuenta que una silla de ruedas suele ser más alta que una silla convencional, por lo que se requiere una altura mayor del tablero de la mesa. «Esta altura determina, a su vez, la altura libre bajo la mesa, que no debe interferir» con la persona, los reposabrazos o el joystick de una silla de ruedas eléctrica.
En ocasiones, las mesas se emplean más como muebles de almacenaje que de apoyo. Sobre ellas se colocan documentos, ordenadores y material diverso que impide desplazar la mesa cuando, por alguna razón, es necesario. Para estas situaciones, se recomienda colocar en la base unas ruedas, en lugar de tapas planas. Por otro lado, para no perder estabilidad es aconsejable que las ruedas dispongan de un sistema de freno que bloquee su movimiento de manera involuntaria.
Para no perder estabilidad es aconsejable que las ruedas dispongan de un sistema de freno
También ayuda en el desplazamiento del mueble el hecho de que las ruedas sean giratorias, puesto que se produce un movimiento más suave. En cuanto al acabado, puede ser de acero inoxidable, poliuretano o plástico, principalmente, pero ha de ser un acabado duro que resista bien el desgaste y el paso por cualquier tipo de pavimento o alfombra.