El cuarto de baño se caracteriza por acumular humedad, un factor que se debe tener en cuenta a la hora de elegir el mobiliario de esta estancia. Algunos materiales resisten mal la condensación o las salpicaduras de agua procedente de la ducha y del lavabo, por lo que se debe optar por revestimientos sintéticos o sometidos a tratamientos antihumedad. En el caso de la madera, un material que se estropea con el agua, existen productos específicos que salvan esta situación. De hecho, la mayoría de los muebles rústicos recurren para su fabricación a maderas tratadas o tropicales, como la de wengé, que resisten mejor la humedad. Otra opción es decidirse por mobiliario fabricado en cristal, metal, materiales plásticos o chapas derivadas de la madera.
Partes de un mueble
Cada mueble se divide en tres partes: módulo, elementos lineares y elementos auxiliares. Esta clasificación, desarrollada por el Comité de Dirección del Sello de Calidad AITIM, distingue entre el cuerpo del mueble, el frente y los accesorios. Aquellos elementos que, en definitiva, definen el diseño de cada pieza. En su conjunto, estos componentes garantizan estabilidad y rigidez, siempre que el módulo -laterales, techo, base y frente- esté bien armado y los accesorios correctamente fijados.
El módulo debe estar bien armado para garantizar estabilidad y rigidez
Por otro lado, cuando el mueble dispone de cajones, su apertura y cierre debe ser suave para evitar daños por impactos bruscos. Es frecuente que el material del que están compuestos los cajones sea diferente al del resto del mueble. Generalmente, se recurre a melamina para este tipo de trabajos, un material que aligera las composiciones. También hay que fijarse en la capacidad interior de los cajones, de acuerdo al uso que se les va a dar.
La encimera es la parte del mueble que soporta el lavabo. Éste puede estar encastrado o colocado sobre la encimera. En el primer caso, se reduce el espacio disponible en el interior del mueble, ya que en él se esconden el lavabo, el sifón y la tubería. Respecto a los materiales, las encimeras más habituales son de mármol, granito, cristal, resina o madera tratada.
Por su parte, los accesorios, que cumplen una función auxiliar, deben contribuir a mantener la rigidez del mueble. En este grupo se incluyen las patas, las bisagras, los cierres y los tiradores del mueble, así como cualquier complemento que no forma parte del módulo. También hay que analizar la calidad de los zócalos, que cierran el espacio que queda entre el mueble y el suelo, y en los muebles suspendidos se debe comprobar que el sistema de fijación a la pared resiste su peso.
Es importante conocer la resistencia del mueble a los productos de limpieza
Otras cuestiones a las que hay que prestar atención son el encolado de los cantos y su forma, que puede ser recta o redondeada; la calidad del cromado en los accesorios; y la resistencia del mueble a los productos de limpieza, al vapor de agua, la corrosión en herrajes y elementos metálicos, los impactos y, por último, la tolerancia del color a la luz.