La técnica del pintado a pistola tiene diversas aplicaciones. Es habitual en los arreglos de la carrocería de coches y motos. No obstante, se emplea también en el hogar sobre superficies u objetos con formas complejas e irregulares, como radiadores, puertas, persianas, verjas o muebles de jardín en general. El proceso de pintado consiste en pulverizar con una pistola aerográfica una capa regular de pintura. La propulsión en la salida de la mezcla se logra por la presión del aire comprimido proveniente del compresor. Las principales ventajas de utilizar el pintado a pistola son el ahorro de tiempo, ya que el producto se aplica de forma rápida, y la calidad del acabado.
Preparación de la mezcla
La mayoría de las pinturas y barnices que abundan en el mercado están preparados para aplicarse con brocha. Por este motivo, uno de los inconvenientes del pintado a pistola es que, a diferencia de otras técnicas, es necesaria una preparación previa del producto.
Se debe ajustar la viscosidad de la pintura con un disolvente para que la mezcla sea proyectada. No es una cuestión baladí, ya que si el preparado es demasiado consistente, después de su aplicación es posible que la superficie quede rugosa y se produzca el indeseable efecto piel de naranja. Es el aspecto que muestra la pintura aplicada a pistola cuando no se ha extendido o nivelado de forma correcta.
Para que la pintura se proyecte debe ajustarse su viscosidad con diluyente
Igual de desaconsejable es que el producto sea demasiado fluido, puesto que es probable que la pintura no agarre a la superficie y chorree. Para evitar ambas situaciones, conviene emplear un viscosímetro de inmersión que ayude a controlar la consistencia de la mezcla. Es un elemento similar a un embudo de pequeñas dimensiones que se utiliza de la siguiente manera: primero, se debe llenar de pintura y comprobar cuánto tarda en vaciarse. Este dato se compara con los tiempos de vaciado que recomienda el fabricante o que aparecen en el manual del equipo de pintado para cada tipo de mezcla. Después se añade disolvente hasta obtener la marca deseada. Para eliminar grumos e impurezas, se aconseja filtrar el preparado.
Se estima que un depósito de pistola de un litro que contenga pintura acrílica ya diluida se vacía en 15 segundos, mientras que si se mezcla un producto sintético, lo hará en 24 segundos.
Para una correcta utilización
Cuando el producto se aplica con pistola se crea una nube de pintura. Además de cubrir la superficie que se desea, si no se toman una serie de precauciones, la mezcla llega a teñir todo lo que está alrededor. Por este motivo, es necesario proteger y cubrir con papel, plásticos y cinta adhesiva cualquier elemento que se ubique cerca del lugar en el que se aplicará la pintura. Además, para asegurar un buen acabado, hay que limpiar la superficie que se pinte. Durante el trabajo es preciso ventilar el lugar y protegerse con una mascarilla.
La destreza al manejar la pistola y la densidad de la pintura determinan el éxito de la aplicación
Siempre que sea posible, es conveniente desmontar los elementos que se pintarán, como puertas, radiadores y estanterías que no estén anclados. Su manipulación será menos compleja.
Es aconsejable hacer varias pruebas sobre un cartón o un panel viejo para comprobar el funcionamiento de la pistola aerográfica y regular su potencia. Se deben seleccionar las boquillas pulverizadoras que correspondan al tipo de pintura que se utilizará. En cuanto a la presión del aire, se recomienda ajustarla con el regulador a 3 bares.
La destreza al manejar la pistola y el punto justo en la densidad de la pintura son los elementos que determinan el éxito o el fracaso de esta técnica. Para una correcta aplicación, el dispensador ha de sujetarse en posición vertical y encontrarse a una distancia de entre 15 y 25 cm de la superficie que se desea pintar. Si la pistola se sitúa demasiado cerca, el producto goteará. Si por el contrario está muy lejos, el acabado será arenoso.
La muñeca juega un papel fundamental. Debe estar relajada y desplazarse de forma lenta, firme y sin movimientos bruscos. La pistola tiene que estar paralela a la superficie. Conviene dejar una zona de recubrimiento entre los trazos, es decir, cada marca de pintura tiene que solaparse un tercio de su ancho sobre la siguiente.
Para grandes superficies, como paredes o puertas de garaje, se recomienda comenzar por un extremo y avanzar hacia el otro en el mismo sentido. De esta manera, la neblina de pintura se extiende y cubre la totalidad del plano.