A la hora de pintar cualquier zona de la casa es recomendable tomar una serie de medidas para evitar las manchas. Cuando se trabaja sobre las paredes, se corre el riesgo de salpicar los rodapiés, mientras que si se pintan los techos corren este peligro el suelo y las paredes.
Reglas básicas
Puesto que al colorear los techos se puede salpicar al resto de la habitación, es aconsejable comenzar por ellos. El suelo se cubre con papel, cartón o plástico, bien es cierto que resulta complicado tapar las paredes durante la tarea de pintado. No obstante, conviene vaciar la habitación o, al menos, cubrir los muebles, interruptores y enchufes para no mancharlos.
Son convenientes una capa base y dos capas de color con trazos perpendiculares
Por otro lado, puesto que el pintado de los techos exige trabajar sobre una escalera, hay que tener a mano todo el material que se vaya a utilizar, elegir una postura cómoda y utilizar gafas protectoras para que la pintura no entre en los ojos.
Respecto al color, cuando el de las paredes sea diferente al del techo, es aconsejable pintar los bordes con un pincel para no manchar las paredes contiguas. Una tarea precisa requiere, al menos, una capa base y dos capas de color, con trazos perpendiculares y en una única dirección.
Los techos se pueden pintar con rodillo o con brocha. El primero facilita el trabajo, pero se deben extremar las precauciones al emplear la cubeta. Es recomendable llenar de pintura la mitad del recipiente y escurrir el rodillo en el borde para retirar el exceso.
Cuando se escoge la brocha, un truco casero consiste en emplear un plato de plástico para que las gotas no manchen el suelo. Se perfora el plato y se inserta la brocha, de manera que las gotas caigan sobre éste. En cuanto al techo, después de pintarlo con brocha conviene rematar el trabajo con rodillo para disimular los trazos.