De fragante olor y, en muchos casos, llamativas flores, las plantas aromáticas son una opción ornamental para el jardín. Aportan belleza y un perfume único gracias a los aceites esenciales que generan como respuesta a la sequía, la acción del sol o las temperaturas extremas. Por ello se utilizan para condimentar platos o elaborar perfumes y miel. En cuanto a su cultivo, en general, se adaptan bien a casi todos los climas y se caracterizan por una duración larga, a pesar de requerir una atención básica.
Aroma mediterráneo en el jardín
Originario del Mediterráneo oriental, el azafrán es la especia más costosa. Sus flores de color violeta albergan en su interior unos estigmas de tono rojo-anaranjado. Estos dan lugar al producto que se utiliza como condimento. Para obtener un kilo de azafrán, se necesitan 150.000 flores. Su cultivo es bastante sencillo. Los bulbos se plantan a finales del invierno, a una distancia de unos veinte centímetros entre ellos. No necesitan demasiada profundidad. Para un óptimo desarrollo, se deben evitar los encharcamientos, por lo que el sustrato debe drenar bien. Cuando florecen, se recogen los estigmas y se tuestan antes de usarlos.
De origen mediterráneo son también el romero y el orégano. El primero es un arbusto leñoso de hojas perennes, que como las flores son muy aromáticas. Entre otras propiedades, esta planta proporciona un polen excelente del que se obtiene una miel aromática muy considerada. Para su cultivo se deben comprar plantas jóvenes para jardineras, tiestos grandes o el jardín. Un buen desarrollo requiere sol, riego moderado y aporte de abono cada ocho semanas. Las hojas se pueden recolectar entre primavera y otoño. Si se quieren secar, se deben recoger en verano, cuando sus flores azules están más llamativas.
Las propiedades aromáticas del orégano alcanzan su máxima intensidad durante la floración
El orégano es una hierba perenne muy aromática. Sus hojas se utilizan como condimento, tanto frescas como secas. Se siembra entre marzo y abril, y se recolecta desde finales de mayo hasta el otoño. Se debe cultivar al sol y proteger del frío invernal. El sustrato debe estar siempre húmedo y no necesita abono. Sus propiedades aromáticas alcanzan la máxima intensidad durante la floración.
Muy aromatizante también es la albahaca. Originaria de la India, se adaptó al Mediterráneo hace siglos. Se cultiva en abril. Precisa de sol y riego frecuente, además de un abono cada cuatro semanas. Sus hojas y brotes tiernos se recogen durante todo el año. Primero se cosechan las puntas de los tallos, para que la planta crezca más frondosa. Alcanza su máximo aroma antes de la floración.
El laurel pertenece al grupo de plantas aromáticas de condimento. Crece silvestre en numerosas zonas del mediterráneo. Es una planta de tipo arbustivo, con hojas perennes de color verde oscuro y muy aromáticas, igual que sus flores. No soporta bien los rigores del invierno, por lo que es mejor cultivarlo en tiestos o macetas, en un lugar protegido de las heladas. El suelo debe ser rico y bien drenado.
De múltiples y pequeñas flores, el tomillo es una planta perenne de tallo leñoso que crece sin problemas en suelos pedregosos, secos y pobres. Para su cultivo, la mejor opción es comprar especies jóvenes y plantarlas en mayo. Necesita poco agua y durante la hibernación se debe conservar casi seca en un lugar claro y fresco. Se poda en primavera y se abona en dosis bajas. Las plantas viejas se pueden reproducir por esquejes en verano o por división en primavera. Despliega su máximo aroma antes de la floración.
El espliego o lavanda florece en verano en zonas pedregosas. Sus flores son pequeñas, de un color azul violáceo, con un cáliz tubular. Sus semillas se plantan durante el otoño en las zonas de clima suave y en los primeros meses de la primavera en las zonas más frías. El sustrato debe estar suelto y bien drenado, sin encharcamientos. Aguanta bien la falta de agua y en verano basta con regarla una vez a la semana. Es muy resistente, necesita mucha luz y sol directo, aunque en invierno soporta bien las heladas.
Las flores de la fucsia o pendientes de la reina son también muy vistosas. Sus pétalos son comestibles y se utilizan como adorno en platos y postes. Se cultiva en zonas un poco húmedas y sombrías. Durante el invierno se deben espaciar los riegos. El suelo debe ser ácido o neutro, en ningún caso alcalino, y necesita abono en la época de floración.