El mobiliario de hierro requiere unos cuidados específicos. Su ubicación habitual en la terraza o el jardín lo expone a la lluvia, el frío y otras inclemencias que acaban estropeándolo con el paso del tiempo. Unos sencillos cuidados de limpieza y un tratamiento protector periódico ayudan a evitar este deterioro.
El mobiliario de hierro se caracteriza por su estabilidad y resistencia al paso del tiempo. Sin embargo, esta durabilidad no siempre garantiza un buen aspecto. La oxidación es uno de los principales enemigos de estos muebles, que deben protegerse con una capa de pintura o barniz antioxidante. Otra opción es realizar un mantenimiento periódico con una cera especial, ya que este producto también combate la corrosión y evita los efectos de agentes externos sobre el mobiliario.
Hay que emplear productos que combatan la corrosión y eviten los efectos de agentes externos
Verjas, mesas, sillas, candelabros, estanterías… El hierro forjado adopta un sinfín de formas en mobiliario de interior y exterior. Además, algunas piezas se combinan con otros materiales como la tela o la madera, por lo que es importante cuidar cada una de las partes del mueble para que mantenga un buen estado general. Las piezas de hierro forjado se pueden integrar en muebles o formar por sí solas verdaderas piezas de artesanía. Mediante la técnica de la forja, el hierro se trabaja a temperaturas muy elevadas, que permiten moldearlo con golpes de martillo. Posteriormente, se sueldan las partes hasta obtener el mueble y es en estas zonas (uniones) en las que hay que extremar los cuidados.
Restaurar un mueble de forja
El óxido presente en el hierro se puede eliminar con una lija o un cepillo especial para metales. No obstante, cuando el mueble tiene restos de pintura anterior, lo más adecuado es utilizar un decapante para eliminarlos. El decapante reblandece la pintura o barniz, lo que permite quitarla más fácilmente con una espátula y retirar el polvo que se forme con un paño.
Una vez limpio, hay que cubrir el mueble con un producto antioxidante. Para esta operación se utiliza, generalmente, minio de plomo o una imprimación que inhibe la corrosión y ayuda a que el producto se fije mejor. Esta imprimación puede aplicarse mediante pulverización, en formato spray, con capas finas.
Cuando el mueble tiene restos de pintura, conviene utilizar un decapante
El último paso para restaurar un mueble de hierro forjado consiste en aplicar la pintura. Existen esmaltes antioxidantes con acabados en forja que realzan el aspecto del hierro. También se puede aplicar una pintura metalizada, que permite además regular la tonalidad y el brillo que se quiere conseguir en el mueble.