El calor de la calefacción puede dañar los muebles. Los cambios bruscos de temperatura pueden deteriorar su aspecto externo, especialmente, en el caso del mobiliario de madera. Algunas piezas son susceptibles de sufrir alteraciones en el color o llegan a dilatarse si reciben el calor directamente de una estufa o radiador.
El sistema debe permitir acceder a la calefacción para manipularla, a la vez que protege los muebles de las temperaturas altas
Una solución para evitar desperfectos en los muebles, a la vez que se crea un ambiente más seguro para los pequeños, es construir un cubrerradiador que actúa de barrera frente a la fuente de calor. Se trata de fabricar un sistema que permita acceder a la calefacción fácilmente para manipularla, a la vez que protege los muebles de las altas temperaturas. Además, los cubrerradiadores son también muy útiles para disimular los aparatos estropeados y mejorar el aspecto estético del hogar.
Realizar un cubrerradiador
Los cubrerradiadores se pueden fabricar en madera -previamente tratada-, forja, mármol o una combinación de materiales. El DM es ideal si se quiere lacar o pintar la pieza una vez terminada. Disponen de tres tablas para cubrir los laterales y la parte superior, además de una rejilla frontal de celosía, lamas o metálica para facilitar la salida de calor.
Disponen de tres baldas para cubrir los laterales y la parte superior, además de un frontal, que suele estar perforado para dejar escapar el calor
Todas estas piezas deben estar unidas mediante cola o tornillos, dejar una separación mínima respecto a la fuente de calor y adaptarse a las medidas del rodapié, tuberías y posibles llaves de paso. Entre el cubrerradiador y la pared se suele colocar también una chapa fina para evitar que el calor deteriore la pared.
Esta pieza se puede rematar con una repisa, muy práctica para colocar objetos sobre el cubrerradiador, o una estantería. Lo que hay que tener en cuenta es que se deben dejar unos centímetros de separación entre la repisa y el radiador o estufa para que el calor salga al exterior sin problemas. Asimismo, es conveniente realizar una ranura en los laterales y en la parte inferior, lo que consigue que el calor salga por varios puntos y se distribuya de manera uniforme por toda la estancia.
Los muebles de madera son las piezas más delicadas de una casa. Con el paso del tiempo suelen oscurecer y son muy vulnerables a los efectos de agentes externos, como el calor. La madera es un material vivo que se dilata y se contrae ante los cambios bruscos de temperatura, que pueden causar la aparición de grietas. La temperatura ideal para que se mantengan en buen estado oscila entre 20 y 24 grados.
El calor ayuda a evitar la humedad, uno de los principales enemigos de cualquier mueble, pero hay que vigilar la temperatura máxima que se alcanza
Es importante que la estancia en la que se encuentran los muebles esté bien ventilada, ya que el aire impide la concentración de humedad o que se alcancen temperaturas demasiado elevadas, como ocurre al encender la calefacción.
La humedad es uno de los principales enemigos de cualquier mueble, además de la carcoma y las termitas, que hacen su aparición sobre todo en primavera y devoran la madera a través de canales internos. No obstante, aunque el calor ayuda a evitar la concentración de humedad y la consiguiente aparición de estos insectos, hay que vigilar que la temperatura máxima que se alcanza en cada estancia no dañe el mobiliario.