Hablar a las plantas: ¿nos entienden?
¿Es verdad que las plantas reaccionan ante el estado de ánimo de las personas? ¿Escuchan cuando les hablamos? ¿Sienten emociones o amor? ¿Extrañan a las personas? La ciencia no ha dado todavía una respuesta definitiva a la cuestión de si entienden a los humanos cuando les hablan..
Muchas culturas antiguas consideraron que es así, dado que su cosmovisión incluía a todos los seres vivos, incluidos los humanos, y al propio planeta como parte de un todo que no debían alterar.
En la actualidad, muchas personas hablan a las plantas como también hablan y acarician a sus mascotas. Pero, ¿ellas responden?
Más palabras, mejor cuidadas
Lo cierto es que, en muchas ocasiones, las personas que hablan a las plantas son las que más tiempo les dedican y mejores cuidados les prodigan. Debido a esto, podría tener lógica que la mayoría de las que escuchan con frecuencia las palabras de sus dueños sean las que estén en mejor estado.
Hay estudios que afirman que las plantas no solo son muy sensibles a las vibraciones de la voz humana, sino también a los estados de ánimo de sus cuidadores. Según estas hipótesis, el organismo de los vegetales establece una comunicación directa con el de las personas que las acompañan de manera habitual.
Combatir la soledad
Por otra parte, a menudo las plantas ocupan el lugar del interlocutor para gente que vive sola o pasa mucho tiempo en soledad. Como el protagonista de la película «Náufrago», que vive durante años en una isla inhabitada por otros seres humanos y «dialoga» con una pelota de voleibol, cualquier persona que no tiene con quien hablar necesita mantener el contacto y la comunicación con otro, con alguien aparte de sí mismo. Este lugar, muchas veces es ocupado por perros, gatos o plantas.
Breve historia de los estudios sobre las reacciones de las plantas
👉 Grecia Clásica
En la Grecia clásica, Aristóteles les atribuyó alma, aunque no sensibilidad. Hipócrates, el padre de la medicina, aconsejaba a sus discípulos hablar con las plantas, que eran la base de su botiquín.
👉 Siglos XVIII y XIX
Mucho tiempo después, ya en el siglo XVIII, el sueco Carlos Linneo -considerado el precursor de la botánica moderna- afirmó que los vegetales eran como los animales, solo que sin movilidad.
Darwin, en el siglo XIX, apuntó que las plantas sí desarrollan pequeños movimientos.
👉 Siglo XX
El vienés Raoul Heinrich Francé fue más allá, a principios del siglo XX, al afirmar que las plantas se mueven tanto como los animales, pero a una velocidad muchísimo menor.
En la década de 1960 se desarrollaron las primeras pruebas al respecto con criterio científico.
Cleve Backster, un estadounidense que se había especializado en interrogatorios como agente de la CIA, comenzó a hacer pruebas, por simple curiosidad, con un polígrafo. Conectó a diversas plantas los terminales de este aparato, conocido en términos coloquiales como «detector de mentiras» o «máquina de la verdad».
Con asombro, descubrió que las plantas, cuando él iba a regarlas o les manifestaba afecto, producían unas señales similares a las que durante los interrogatorios caracterizaban a sensaciones como bienestar o satisfacción.
De la misma manera, evidenciaron signos negativos a través del polígrafo cuando la actitud era amenazante contra su seguridad, como cuando el hombre acercaba unas tijeras o fuego a sus hojas o tallos.
Años después, otros investigadores estadounidenses como Marcel Vogel y Pierre Paul Sauvin llegaron a conclusiones parecidas. Medio siglo más tarde, sin embargo, la ciencia aún no tiene una respuesta definitiva para esta cuestión, que ha merecido numerosos estudios, libros, programas de televisión, etc.
Los vegetarianos aseguran que responder a estímulos no implica sentir, y que las plantas carecen de sistema nervioso central y de cualquier órgano similar al cerebro, por lo que no experimentan dolor ni sufrimiento.