Un revistero puede ser un mueble autónomo, complementario de los principales que conforman el salón, o bien un elemento fabricado en tela que se sitúe colgado en una pared o de un mueble mayor. En cualquier caso, permite tener cerca las publicaciones preferidas e integrarlas en la decoración, de modo que funcionen casi como carta de presentación de los habitantes de la casa. Este artículo describe la posibilidad de revisteros de distintos diseños y materiales, opciones de sitios donde ubicarlos y algunas ideas para construir revisteros artesanales.
Un revistero resulta muy útil en el salón. Contribuye a hacer ameno y confortable ese espacio, ya que aporta un toque muy personal -el de las revistas favoritas- a la decoración del conjunto de la casa. Permite tener a mano las lecturas preferidas y, ante las posibles visitas, constituye una auténtica carta de presentación de los habitantes de la casa. Para ello también conviene que las publicaciones sean más o menos actuales, que no hayan sido leídas aún por los usuarios frecuentes del salón o bien que sus contenidos no caduquen, como pueden ser anuarios, guías, catálogos, etc. Las revistas de lomo cuadrado, más allá de su contenido, suelen ser objetos atractivos y fáciles de combinar con otros elementos de la decoración.
Revisteros de distintos diseños y materiales
La estructura de los revisteros admite muchas formas y materiales, ya que lo importante es que sea un contenedor abierto que permita guardar revistas. Existen diseños de revisteros muy originales, pero hay un requisito fundamental que deben cumplir todos ellos: el compartimento para las publicaciones tiene que ser lo bastante estrecho con el fin de que se mantengan rectas, sin espacio para que se tuerzan demasiado, y a la vez, también ancho, para que sea cómodo guardar y sacar de allí los ejemplares. Por lo demás, las posibilidades son múltiples.
Los revisteros deben mantener las revistas rectas y ser cómodos para guardar y sacar de allí los ejemplares
Los materiales, por su parte, también ofrecen una mayor variedad: cañas de bambú, mimbre, ratán, madera, plásticos, tela… Los de productos naturales, como bambú, ratán o mimbre, aportan mucha calidez al ambiente, además de poder combinarse con estilos tanto rústicos como modernos. La madera se adecua sobre todo a estilos clásicos. Los de metal o acrílico son muy apreciados por los diseños minimalistas, con toques de vanguardia. Los revisteros de tela se pueden confeccionar con la misma pieza de la tapicería o las cortinas, lo cual permite crear combinaciones con el sofá, los cojines, etc.
Dónde ubicar los revisteros
Hay revisteros que se constituyen como muebles autónomos y que se apoyan en el suelo. En general, tienen gran capacidad: dejan guardar muchas revistas y se pueden mover y cambiar de sitio, según el uso o la necesidad de cada momento. Se colocan cerca del sofá, para que las publicaciones queden al alcance de la mano desde allí, pero también se pueden ubicar en algún rincón o en un pasillo, o incluso sobre otro mueble.
Muchos revisteros domésticos generan un efecto similar al de los exhibidores de los bares y kioscos de prensa
Otros modelos están ideados para colgar en la pared. Esta es una opción práctica para los salones pequeños o que cuentan con poco espacio libre. Diversos diseños permiten aprovechar al máximo la superficie vertical y algunos, incluso, cuentan con diversas pestañas que dejan las portadas a la vista. El efecto es similar al del exhibidor de los bares y kioscos de prensa, con el que se puede, de un solo vistazo, tener una impresión general de todo el material disponible.
Muchas mesas de salón proporcionan un espacio suficiente para guardar revistas frente al sofá, algunas hasta con una superficie superior de vidrio que dejan ver los ejemplares que hay debajo.
Un revistero artesanal es una buena alternativa para poner en práctica algunas ideas de reciclaje decorativo y, a su vez, dotar al salón de un encanto personalizado. Se pueden elaborar cestas con papel o materiales naturales (cañas, ratán, etc.); también con telas, cuya confección es simple, ya que consiste en plegar piezas del tejido y conformar bolsillos en los que quepan los ejemplares.
Un aspecto positivo de crear los revisteros uno mismo es poder hacerlos según el tamaño exacto de las publicaciones a las cuales la persona (o aquellas a quienes se desea obsequiar) es aficionada.
Si son revistas lo bastante flexibles como para plegarlas y formar una especie de “tubo” con ellas, se puede hacer un revistero con botellas de plástico. Se corta la parte superior de los recipientes y se colocan los tubos de plástico resultantes empotrados de forma horizontal en la pared. Esto permite “enrollar” las revistas (y cualquier otro papel que se quiera guardar allí) para meterlas dentro.