El césped es la base y parte principal de cualquier jardín. Además de dar forma al mismo, en él se cultivan flores y plantas, pero también es un pavimento suave y blando para los juegos de los más pequeños y el ocio de los mayores. Disfrutar de un manto verde en perfectas condiciones depende de la valoración de los factores climáticos, económicos y funcionales, con el fin de elegir la planta tapizante que se requiere.
Especies más habituales
Los distintos tipos de césped están compuestos por plantas pertenecientes a especies y variedades muy diferentes, según las características climáticas y edafológicas (composición y naturaleza del suelo en su relación con las plantas y el entorno que le rodea) de las distintas zonas.
Una de las clases más frecuentes en parques y jardines, por su capacidad de adaptación a casi todos los climas, es la bermuda. Es un césped denso y oscuro, que se adapta a todo tipo de suelos. En cuanto al riego, debe ser abundante y tolerar bien el agua salina. Puesto que en invierno pierde su color, es necesario volver a sembrar en otoño.
Otro césped muy común es la «grama brasilera». Su textura es gruesa y densa, por lo que dificulta el crecimiento de malezas y resiste muy bien las pisadas. Es apto para climas cálidos, ya que si bien en verano su color es verde, en los meses más fríos su tono es demasiado amarillo. Tolera mal las sequías, por lo que precisa riego abundante y fertilización baja.
Para zonas húmedas y sombrías, donde algunas variedades de césped no logran crecer, una elección acertada es la dichondra. Su hoja es pequeña, redonda y muy tupida. Apenas lo invaden malezas y no precisa fumigaciones.
El césped ballico o «ray-grass» es una especie de hoja ancha y lisa, de color verde intenso, que conserva todo el año. Se utiliza mucho en jardines, destaca por su rápida germinación e instalación, además de una alta resistencia a las pisadas. Aunque crece en todo tipo de suelos (tolera incluso los pesados), se desarrolla mejor en terrenos húmedos y fértiles. Resiste el crecimiento de malezas y soporta el sol si está bien regado.
Lo habitual en un césped natural es que esté compuesto de una mezcla de semillas de varias especies para sumar las ventajas individuales de cada una. Se puede adquirir la mezcla o es posible elaborarla en función del tipo de manto que se quiera obtener. En este último caso, es indispensable conocer las características de cada especie, además del clima, suelo, mantenimiento, etc.
El césped rústico es el más habitual en los jardines, ya que se adapta a cualquier clima
En función de las mezclas, entre los céspedes más habituales destacan el ornamental, el rústico y el deportivo. El césped ornamental, también denominado suntuario, tiene un mejor aspecto y es muy vistoso, en ocasiones, de gran calidad estética. Su belleza depende de la finura y de la densidad del césped. Estas características hacen que requiera unos mayores cuidados debido a su fragilidad, por lo que no es el más adecuado para pisar. Sus semillas o tepes son las más caras y tarda más en crecer.
El césped rústico, o familiar, es el más habitual en los jardines, ya que se adapta a cualquier clima. Aguanta bien las pisadas y el desgaste. Aunque su calidad estética puede variar en función de la mezcla, no requiere un mantenimiento continuo, ya que es de rápido nacimiento e implantación.
Respecto al césped deportivo, su gran resistencia al tránsito lo hace idóneo para jardines urbanos y otros que no reciban una atención constante. Soporta muy bien las pisadas, la falta de agua y abono, y las enfermedades.