La moqueta es un revestimiento tradicional para el suelo que, con el paso del tiempo, se ha actualizado. Se han renovado los métodos de fabricación, se han empezado a utilizar fibras distintas a las tradicionales y se recurre a tratamientos antimanchas o antiestáticos para protegerlas. Antes de adquirir un modelo, conviene conocer estos aspectos, ya que las propiedades de la moqueta varían según el material y el proceso de elaboración al que se sometan. Las confeccionadas con lana son duraderas y mullidas, mientras que las sintéticas son menos sensibles a la humedad y óptimas para estancias como el baño.
Naturales y sintéticas
La lana es el material tradicional empleado para la fabricación de moquetas. Los modelos confeccionados de este modo se caracterizan por ser mullidos e impedir la formación de electricidad estática, mientras que, con el paso del tiempo, sus fibras no se aplastan y resisten el fuego mejor que otros materiales.
Las moquetas sintéticas son otra opción. La poliamida es una de las fibras utilizadas para su fabricación, ya que es muy resistente al desgaste mecánico. Las moquetas confeccionadas con este material son también blandas, pero a diferencia de las fabricadas con lana, deben tratarse para evitar que acumulen electricidad estática. Respecto al polipropileno, otra fibra sintética, también es muy resistente, pero se aplasta con facilidad. Destaca por ser un material hidrófugo (baja sensibilidad al agua). Por ello, es una opción recomendable para cuartos de baño y cocinas. Los modelos confeccionados con una mezcla de lana y fibras sintéticas -en idénticas o distintas proporciones- también son frecuentes.
Proceso de elaboración
Las moquetas se clasifican también de acuerdo al método de fabricación. El proceso de confección más tradicional emplea una máquina de tejer que entrelaza el material hasta elaborar un paño. La calidad varía en función del número de puntos dado por cada centímetro de moqueta. Cuantos más tenga, mayor será la calidad del revestimiento. Un número óptimo oscila de 3 a 4 puntos por cada centímetro.
La calidad del revestimiento varía en función del número de puntos tejidos por cada centímetro de moqueta
Cuando las fibras se comprimen y se unen por la acción de agujas incisivas, la moqueta se confecciona por puncionado. Es un proceso de elaboración utilizado de forma mayoritaria para fabricar modelos sintéticos. Los revestimientos compuestos con polipropileno son muy resistentes y adecuados para zonas de mucho tránsito, como pasillos y vestíbulos.
El término inglés «tufting» designa otro proceso de fabricación de moquetas sintéticas. Consiste en insertar los hilos de las fibras en una base para crear bucles de tejido. Después, el reverso de la moqueta se recubre con un laminado termoplástico. En ocasiones, es posible añadir a esta capa un recubrimiento textil para aumentar la sensación de confort de la moqueta. Este accesorio permite que el revestimiento se instale de modo flotante. En primer lugar, se fijan bandas autoadherentes al suelo. Cuando la moqueta se coloca, el tejido de la base se pega sobre ellas. Este método permite retirar los trozos de alfombra con mayor facilidad.
Las moquetas están expuestas a la caída de líquidos u otras sustancias que las ensuciean. El remedio más efectivo para eliminar las manchas consiste en limpiarlas de inmediato. Si la mancha se origina por un alimento graso, se elimina en seco sin necesidad de humedecer la moqueta. Es preciso utilizar polvo absorbente, como talco o espuma seca, que se deja actuar y se retira con la aspiradora.
Si la mancha no es de tipo graso, hay que limpiarla con productos líquidos. En su mayoría, son disolventes volátiles o soluciones compuestas de amoniaco. El producto no debe verterse de forma directa sobre la mancha. Es recomendable humedecer un trapo limpio y asegurarse de que no deje pelusa. Este tipo de soluciones no deben emplearse sobre moquetas de lana.
La forma de suministrar el producto también influye. Conviene empezar desde el borde hacia el interior para que la mancha no se haga más grande. No es aconsejable emplear agua caliente o sal, ya que fijan las manchas en lugar de eliminarlas. Si la limpieza no ha sido en seco, hay que eliminar los restos de humedad con un secador o una aspiradora para evitar que la moqueta se pudra o destiña.