Muchas plantas se introducen en un jardín tras haberlas adquirido en viveros o en floristerías. Realizando la compra en estos lugares se piensa que los resultados van a ser siempre óptimos, pero hay que fijarse mucho en ciertas cuestiones para saber que la planta que se está adquiriendo está en buenas condiciones.
Además de estas precauciones, cada aficionado a la jardinería debe tener muy claro cuáles son sus objetivos a la hora de adquirir una planta u otra. Es decir, si quiere obtener resultados en un espacio de tiempo corto lo mejor es comprar ejemplares que estén más desarrollados. Sin embargo, ha de saber que comprando este tipo de plantas, más crecidas, asume más riesgos porque existen más probabilidades de que el ejemplar no prenda ni se desarrolle en su nueva ubicación.
Asimismo, si los ejemplares no son anuales, es posible que la planta crezca en exceso, aunque siempre queda la posibilidad de podarla para que su forma, porte y tamaño se adapte a nuestras necesidades.
Si por el contrario no tiene prisa para ver florecer la planta recién adquirida es mejor que seleccione los ejemplares más jóvenes, ya que éstos tienen una mayor facilidad para adaptarse a las nuevas condiciones, prender y salir adelante.
Lo que sí que ha de tener muy en cuenta antes de plantarlo, se trate de un ejemplar maduro o joven, comprado o trasplantado de otro lugar, es vigilar que no haya sido atacado por las plagas o presente un colorido extraño que pueda inducirle a pensar que no se encuentra en óptimas condiciones.