Al contrario que la mayoría de las variegadas, la aglaonema es capaz de desarrollarse en ambientes con poca luz. Esta planta ni siquiera requiere una elevada humedad ambiental, por lo que resulta muy fácil de cuidar. Se trata de un ejemplar tan resistente que tolera recibir directamente los rayos del sol, algo no recomendable para el resto de ejemplares variegados, porque perderán su característico colorido debido a la acción del sol sobre sus hojas.
Ubique la aglaonema en lugares templados, donde la temperatura no baje de los 16º C. Deberá emplear agua blanda a temperatura ambiente a la hora de regarla. Es un ejemplar que, aparte de ser regado, agradece cierta humedad ambiental, algo que podremos conseguir disponiendo de un plato con grava y agua bajo su tiesto o colocando un cuenco de agua o varias plantas juntas para humedecer el ambiente. Esta planta no requiere ser pulverizada porque el exceso de agua sobre sus hojas puede provocar la aparición de manchas.
Deberá abonar la aglaonema cada 15 días durante los meses de marzo y agosto si quiere que prospere. Si no lo hace, las hojas que vayan creciendo tendrán menor tamaño y colorido, algo no recomendable en un ejemplar variegado cuyo principal atractivo son sus hojas.
Debido a su rápido crecimiento deberá transplantar los ejemplares jóvenes cada primavera y los viejos cuando sea necesario.
Sus principales predadoras son las cochinillas, que pueden retirarse con un trozo de algodón empapado en alcohol metílico, los pulgones y la araña roja. Si aprecia su presencia lo más recomendable es que emplee un insecticida sistémico, que acabe con la plaga pero no con el ecosistema adyacente.