El mueble que puede apreciar en la fotografía destaca sobre todo por su color, ya que lo más normal es que el mobiliario del salón presente un acabado en color marrón o incluso negro, hasta el punto que se ha relegado el color blanco para decorar las paredes de las viviendas con el objetivo de conseguir que las estancias parezcan más luminosas, ya que refleja mayor cantidad de luz, tanto natural como artificial.
Las líneas del mueble son rectas, lo que le permite integrarse en cualquier decoración sin desentonar ni destacar demasiado, salvo por su mencionado poco habitual color. Dispone de un cajón de grandes dimensiones y otros cuatro más pequeños cuyo frontal está decorado por una moldura en forma de pirámide truncada, aunque no muy sobresaliente, que le otorga cierta originalidad, en oposición a la sobriedad de su conjunto. Dispone también de otro espacio más amplio y con puerta acristalada que podemos utilizar de mueble bar o para colocar figuras decorativas.
Sobre su amplia parte superior podemos colocar un televisor. Otra opción pasa por ubicarlo en una esquina de la estancia, donde su colorido poco habitual resultará menos visible y donde se podrá ubicar sobre él algunos ejemplares de plantas colgantes de interior.
Además, al ser su acabado uniforme y poco habitual, podemos tratar de combinarlo con el del resto de la estancia, aplicándole a su frontal un veteado de color similar al del resto de los muebles de la estancia, e incluso pintarlo mediante la técnica del trapeado, o por lo menos pintar su parte superior de un color similar para lograr integrarlo parcialmente en la decoración.
Todas estas ideas decorativas podemos tratar de aplicarlas asimismo sobre los muebles que fabriquemos, o bien si hemos restaurado o recuperado alguno pero su color no concuerda con el de la decoración circundante. En lugar de decaparlo y pintarlo al completo de un color que no desentone podemos realizar esta tarea sobre una parte de él y dejar el resto con su color original para que sirva de elemento de contraste.
