Los diseñadores de jardín tienden a colocar bonitos setos, de un metro o metro y medio de altura, alrededor de las piscinas. Su objetivo es delimitar la zona de baño, separándola del resto del espacio. De esta forma también se aporta un poco de intimidad al jardín y al área de la piscina.
Tal vez ésta sea una buena solución pero desde luego que no es la mejor, sobre todo si en esa propiedad reside una familia que cuenta con niños. Cuando los pequeños disfrutan de la piscina es lógico que los padres necesiten mantener contacto visual con ellos mientras descansan en el exterior y la colocación de un seto obligaría a tener que hacer la vigilancia de pie.
Por tanto, para estos casos, lo idóneo es renunciar al seto y buscar otras opciones, puesto que aunque éste sea muy bajo obstaculizará la visión. Y si realmente quiere tener dicho seto, lo mejor es ampliar la zona que abarca para que entre la piscina y el límite que marque quede espacio suficiente para descansar un grupo de personas, aunque estéticamente no sea la mejor apuesta.
Si finalmente coloca un seto, procure que no sea oloroso o que tenga flores, porque de lo contrario, durante el verano, recibirá la visita de las incómodas abejas y avispas.