Cuando las tejas se rompen o se desplazan de su ubicación habitual, es muy probable que aparezcan goteras y filtraciones. Descubrir el origen de la avería es fundamental para subsanarla. Sin embargo, hay medidas previas que ayudan a evitar la humedad.
Entre otras cosas, la calidad de una construcción se mide por el grado de impermeabilidad de la cubierta. Éste es independiente de los factores climáticos y se alcanza siempre que se cumplan unas determinadas condiciones. En concreto, los tejados deben contar con un sistema de formación de pendientes, sobre todo, si se trata de cubiertas planas o con una inclinación insuficiente, además de una barrera contra el vapor y un aislante térmico que permita ahorrar energía.
Cada tejado dispone de una capa de protección, otra de impermeabilización y, en ocasiones, capas intermedias que separan materiales químicamente incompatibles y aquellos que podrían adherirse y reducir su eficacia. Por último, es indispensable un sistema de evacuación de aguas formado por canalones, sumideros y rebosaderos.
Capas de protección e impermeabilización
La pendiente es uno de los factores principales a la hora de combatir la humedad. Consigue que el agua caiga y no se acumule en la cubierta, a la vez que asegura la estabilidad del resto de componentes. No obstante, la capa de impermeabilización es también fundamental.
La capa de protección debe ser resistente a la intemperie y con peso suficiente
Puede estar compuesta de diversos materiales. Responden bien los productos bituminosos -láminas de oxiasfalto o de betún modificado-, policloruro de vinilo (PVC) plastificado, placas y otros materiales con efectos similares.
Por su parte, la capa de protección debe ser resistente a la intemperie, con peso suficiente para contrarrestar la succión del viento y compuesta por: grava, solado fijo o flotante, mortero, tejas y otros materiales, cuando no sea transitable; solado fijo, flotante o una capa de rodadura cuando sea transitable.
En todas las cubiertas existen una serie de puntos singulares a los que hay que prestar una atención especial. En el caso de las cubiertas planas, se trata de la disposición de bandas de refuerzo, terminación, continuidad o discontinuidad. Respecto a las juntas de dilatación, es importante atender a la distancia entre ellas, los bordes y los encuentros con zonas o paramentos verticales.
Precisamente, en estos puntos hay que proceder también a su impermeabilización hasta una altura de 20 centímetros como mínimo. Así se consigue que el agua de lluvia o la que se deslice por el paramento no se filtre por el remate superior de la junta. Por otro lado, cuando la cubierta se encuentre con un sumidero o un canalón, estos deben disponer de un ala de 10 centímetros de ancho como mínimo en el borde superior y estar provistos de un elemento de protección que retenga los cuerpos sólidos.
En cubiertas inclinadas, también se debe respetar la disposición de las bandas anteriores, hay que impermeabilizar una zona vertical que ocupe, como mínimo, 25 centímetros, permitir que el alero sobresalga cinco centímetros como mínimo e instalar los canalones con una pendiente hacia el desagüe del 1% como mínimo.