Las tonalidades ocres o amarillas están muy de moda porque otorgan a las estancias que decoran un aspecto rústico. Además, pueden sustituir al clásico blanco logrando también aportar gran luminosidad.
En este caso se ha optado por pintar las paredes de la cocina de una tonalidad amarilla y combinarla con muebles azules. Los tonos de los colores elegidos son claros. El mueble incluso dispone de partes de cristal, lo que le dota de un aspecto menos recargado, más luminoso, y permite apreciar su contenido de un vistazo.
El cristal es translúcido, lo que no deja distinguir totalmente su interior, algo que puede ser de agradecer, ya que de lo contrario debería de encontrarse siempre todo perfectamente ordenado para no aportar una sensación de caos a la cocina.
El mueble está fabricado en melamina, un material plástico de gran resistencia frente a la humedad, y que puede limpiarse fácilmente. Las manillas y el borde tanto del cristal opaco, como del espejo adyacente son del mismo tono, consiguiéndose una uniformidad cromática en estos pequeños detalles decorativos, que combinan con los colores claros que se han utilizado para decorar la estancia.
Para iluminar la cocina se ha optado por colocar una lámpara colgante circular de grandes dimensiones.