Arar la tierra, voltear, regar, plantar o podar. El trabajo del huerto es duro y requiere esfuerzo y dedicación. Para facilitar en lo posible la labor, son indispensables ciertas herramientas y utensilios, como palas, rastrillo, manguera o azadas. Estos y otros instrumentos de trabajo deben estar siempre a punto para utilizarse. Para ello, es muy importante limpiarlos y guardarlos secos tras la labor diaria.
El equipo imprescindible
Las herramientas de labranzas son indispensables para arar la tierra, voltear o regar, entre otras labores. No obstante, su uso depende de las dimensiones del huerto, el tipo de suelo y el sistema de cultivo.
Pala. Se emplea para el laboreo del suelo, excavar bancales o transportar tierra o abono. Para trabajar un suelo pesado y húmedo, la mejor opción es una pala de acero inoxidable. Si la labor es transportar arena o grava, hay que elegir una pala de puntear, más larga y fina que una normal. En caso de que el terreno sea pedregoso, hay que recurrir a los dientes de una pala dentada.
Azada. Esta versátil herramienta tiene uno de sus bordes afilado, por lo que es muy útil para cavar tierras roturadas o blandas, desherbar, realizar hoyos, mover pequeños montones de arena o cemento y plantar o mover terrones (masas compactas de tierra), entre otras labores. Otro apero de labranza muy similar a la azada es el azadón. Se diferencian en que la pala de este último es algo curva, con una longitud mayor que su anchura. El azadón es más apropiado para romper tierra dura y plantar y recolectar tubérculos y raíces. Más pequeña que las anteriores es la azadilla o legón. Esta herramienta es muy útil para eliminar las hierbas más pequeñas y las malas hierbas o allanar el suelo.
Escardillo. En un extremo tiene una hoja chata para triturar, aplastar y hacer pequeños surcos en la tierra. En el otro extremo, cuenta con dos dientes largos y puntiagudos para arrancar las malas hierbas desde la raíz.
Guantes. Imprescindibles para proteger las manos de los roces, cortes, golpes y del contacto con productos químicos.
Pulverizador o sulfatadora. Muy práctico para aplicar tratamientos fitosanitarios.
Rastrillo. Este instrumento dentado facilita la pesada tarea de quitar guijarros de superficie. También es idóneo para recoger hojas, césped cortado o amontonar maleza.
Regadera. En el huerto es muy práctica para regar pequeñas áreas o en casos puntuales, como el momento del trasplante. No obstante, para regar de manera más cómoda las plantas y llegar allí donde no se llega con otros procedimientos, la mejor opción es una manguera.
Tijeras. Imprescindibles para podar y recolectar hortalizas, también se pueden utilizar para despuntar tallos en tomas y berenjenas, entre otros trabajos.
Tutores y cuerdas. Estos utensilios son muy útiles para sujetar los tallos de algunas hortalizas como judías, guisantes o tomateras.
Trasplantador. Esta pequeña herramienta facilita la labor del plantado. Por su facilidad de limpieza y durabilidad es mejor adquirir uno de acero.
Tras su uso, no se deben dejar las herramientas tiradas en cualquier lugar. Hay que limpiarlas y guardarlas secas.
Para evitar la formación de óxido conviene engrasar las partes metálicas
Para evitar la formación de óxido conviene engrasar las partes metálicas con regularidad, sobre todo en periodos de inactividad. Además, hay que mantener afiladas las piezas cortantes y reparar las herramientas deterioradas.
Debido a su calidez y propiedades aislantes frente a la electricidad, los mangos más apropiados para las palas, azadas, rastrillos y demás herramientas de labranza son los de madera. En algunos casos, este elemento no está tratado, por lo que es recomendable aplicarle un producto protector de la madera.