Los colores ocres y cremas, aparte de estar muy de moda, sirven para dotar de un aspecto antiguo a las viviendas.
Utilizándolos se pueden dejar de lado los clásicos blancos sin renunciar a obtener un resultado similar, debido a que estos colores reflejan en gran medida la luz natural o artificial, aportando mayor luminosidad a la estancia, y no son llamativos, de forma que con su presencia se logra destacar la decoración de la estancia y no sus paredes.
En este caso, como los muebles de la estancia no son muy llamativos y se disponían únicamente a lo largo de dos paredes, dejando las otras dos diáfanas, se optó por decorar la parte inferior de la pared empleando la técnica del trapeado. Para diferenciar ambas partes se han colocado unos listones a modo de vigas de madera de roble que conjugan a la perfección con el aspecto rústico que se ha querido otorgar a la estancia.