El responsable de la Dirección General de Asuntos Económicos y Monetarios de la Unión Europea, Klaus Regling, aseguró ayer que la introducción de las monedas de euro no ha provocado un incremento significativo de casos de alergia al níquel entre los ciudadanos de la zona euro, sino todo lo contrario, «se han reducido».
Un estudio publicado recientemente en la revista «Nature» revelaba que las monedas de euro, y más en concreto las piezas de 1 y 2 euros, podían desprender, al contacto con el sudor de la mano, una cantidad de níquel hasta 320 veces superior a la dosis tolerada por la Directiva europea, provocando reacciones alérgicas.
El estudio señalaba que las aleaciones amarillas y blancas de las monedas contienen cantidades diferentes de níquel, cobre y zinc, lo que estimula el proceso de corrosión cuando los iones metálicos pasan de una aleación a otra al contacto con la traspiración de la mano. Ese proceso de corrosión es el que altera con el tiempo el color de las monedas.
Regling negó tajantemente las afirmaciones del estudio y dijo que el mismo se había realizado en condiciones anormales, manteniendo monedas durante 48 y 72 horas seguidas en contacto con la piel humana, cuando nadie tiene monedas en la mano durante tanto tiempo seguido.
Asimismo, manifestó que la sustitución de las monedas nacionales ha eliminado de la circulación la mayor parte de los ejemplares que contenían níquel, pues antes del 1 de enero las monedas que tenían este metal suponían el 75% del total, mientras que ahora son el 14%.
En cuanto al hecho de que el contenido de níquel en las monedas vulnera la propia normativa comunitaria, el responsable de Asuntos Económicos apuntó que la directiva europea existente regula la cantidad de este metal en los productos destinados a estar en contacto directo con la piel humana durante largo tiempo, lo cual no es el caso de las monedas.
Por otra parte, Regling señaló que se había elegido el níquel para fabricar las piezas porque es un material muy útil para evitar falsificaciones.