Cuando todavía colea el asunto de las pastas de dientes procedentes de China contaminadas con la sustancia tóxica dietilenglicol, un nuevo caso ha vuelto a poner en cuestión la eficacia de los controles españoles de seguridad. Se trata de los juguetes retirados por la multinacional norteamericana Mattel, más de medio millón en nuestro país y 18,2 millones en todo el mundo.
Según dijo ayer a una agencia de noticias la directora de Consumo y Atención al Ciudadano, Ángeles Heras, el Ministerio de Sanidad y Consumo había informado hacía 15 días de la presencia en el mercado de dos juguetes de Mattel que podrían contener pintura con exceso de plomo. También señaló que inmediatamente se puso en contacto con la empresa para pedirle información sobre dichos productos.
Entre estos juguetes se encuentra el coche «Sarge», de la película de animación «Cars», así como accesorios con pequeños imanes de las muñecas «Barbie», «Polly Pocket» y de la figura articulada «Batman Magna».
Marca CE
En nuestro país, el Centro de Investigación y Control de Calidad del Instituto Nacional del Consumo (INC) es el encargado de analizar los juguetes que salen a la venta para evitar posibles problemas. El año pasado se retiraron casi 71.000 juguetes tales como flechas que asfixiaban, trajes de princesa inflamables o teléfonos que generaban descargas.
Sin embargo, algunos de los juguetes de Mattel considerados ahora peligrosos llevaban vendiéndose desde enero de 2002. Más de cinco años en los que si no se ha registrado ningún accidente, tal como aseguran la propia juguetera y el Ministerio, ha sido por pura suerte.
Todos estos artículos llevaban impresa la marca CE, que, en teoría, debe garantizar su seguridad. Pero es muy fácil falsificar estas iniciales. Según la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), uno de los principales factores que explican la fácil distribución de productos que no cumplen la normativa europea de seguridad es la falta de información de los consumidores.
Según una reciente encuesta de la AEFJ, más del 50% de los compradores confunde el significado de las siglas CE, que es interpretado muchas veces como «fabricado en la Unión Europea», cuando en realidad significa que el producto, independientemente de su origen, cumple, en principio, la citada normativa.
Para la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), «lo ocurrido con Mattel pone en cuestión hasta qué punto la marca CE es realmente una garantía de calidad». A su juicio, el hecho de que el fabricante sea el que asuma la responsabilidad final de colocar este distintivo y que ninguna autoridad verifique que dicha garantía se cumple, cuestiona su efectividad.
OCU atribuye toda la responsabilidad a Mattel, que «cuando pone la marca CE en sus juguetes debe estar garantizando a los consumidores que cumple los requisitos de seguridad establecidos por la UE y que ha pasado todos los controles necesarios».