El barril de crudo Brent, el de referencia en Europa, marcó ayer un nuevo récord en el mercado de futuros de Londres al superar el precio de 54 dólares. A media tarde, el petróleo para entrega en abril cotizaba a 54,05 dólares, un precio nunca visto desde que en 1988 comenzó a funcionar el International Petroleum Exchange. El crudo Texas, el de referencia en EE.UU., también registró un nuevo récord al alcanzar los 55,70 dólares el barril.
Tras el récord de ayer miércoles, algunos expertos se atrevieron a aventurar que en pocas fechas se podría alcanzar la barrera psicológica de los 60 dólares, que sería casi el doble del coste que tenía el barril de crudo a principios de 2004.
El nuevo precio del crudo adelanta para los próximos días un encarecimiento de los carburantes. Actualmente, el litro de gasolina sin plomo de 97 y 98 octanos cuesta ya en muchas gasolineras más de un euro.
La escalada alcista del crudo se debe a los movimientos especulativos y los temores de que el suministro no sea suficiente para satisfacer la demanda de petróleo, que se ha incrementado con fuerza a causa de la ola de frío en el norte del planeta.
Frío y temor a una oferta insuficiente
El elevado consumo de combustible para calefacción es una de las razones de esta subida, además del nerviosismo en los mercados ante la cercanía de la reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que se celebra la semana próxima en Irán. Los 11 países que componen este grupo controlan el 40 % de la producción mundial de crudo y su presidente ha expresado su disposición a hacer todo lo posible por estabilizar el mercado.
En su última reunión, el pasado 30 de enero en Viena, los ministros de la OPEP desistieron de su intención de recortar la oferta -de 27 millones de barriles diarios, sin incluir el bombeo de Irak- debido a que los precios habían subido demasiado.
Ante esta escalada de precios, las principales bolsas europeas, también presionadas por el alto nivel del euro (con un cambio por encima de las 1,33 dólares), tuvieron un cierre generalizado a la baja, si bien con recortes inferiores al medio punto porcentual salvo en el índice selectivo español Ibex’35.
Como en días anteriores, no puede decirse que haya habido un hecho concreto que desencadenara el incremento de la tarifa por el «oro negro»; los técnicos más bien hablan de una cadena «persistente» de factores entre los que destacan la ola de frío que afecta al hemisferio norte, que provoca un mayor gasto de los derivados para calefacción, y el temor a una oferta energética que podría resultar insuficiente.
También pesa la incertidumbre que reina sobre las decisiones que tomará el cártel de países productores (OPEP) el próximo día 16 en la ciudad iraní de Isfahan, donde se decidirá aumentar o no su cuota diaria de producción, fijada ahora en 27 millones de barriles.
Carga fiscal
A pesar de que el encarecimiento de los carburantes (entre un 17% y un 25% desde enero de 2004, según el tipo de combustible de que se trate), el Gobierno descarta rebajar alguna de las cargas fiscales que pesan sobre ellos, con el argumento de que la Unión Europea se opone a «acciones unilaterales» de sus Estados miembros en esta materia.
Según los cálculos que maneja el Ministerio de Economía y Hacienda, el Estado ha ingresado algo más de 1.450 millones de euros extra por la subida de los precios a través del IVA (impuesto sobre el valor añadido) que se les aplica. No obstante, una parte de esa recaudación adicional retorna después a los contribuyentes gracias a las devoluciones previstas, por ejemplo, en el caso de transportistas y agricultores, quienes las vieron incrementadas en otoño pasado.
El cálculo del IVA que hacen los técnicos es que por cada dólar que sube el petróleo (el barril de Brent se cotizaba a 38 dólares hace catorce meses, y a finales de la semana pasada alcanzaba los 51), el fisco recauda 70 millones más de euros por esa vía impositiva.
Además los carburantes soportan el impuesto sobre hidrocarburos, de carácter lineal y que supone una tasa fija por cada 1.000 litros de carburante consumido, y el llamado impuesto de ventas minoristas de determinados hidrocarburos, lo que se conoce como el «céntimo sanitario».