El Parlamento Europeo dio ayer luz verde al VI Programa Marco de Investigación y Desarrollo (2002-2006), que finalmente será aprobado durante la presidencia española de la Unión Europea. Con un presupuesto de 16.270 millones de euros, el VI programa potenciará siete áreas de investigación.
En virtud de un acuerdo alcanzado entre la Comisión Europea y el Europarlamento sobre 34 enmiendas al texto, y solventadas las referencias a cuestiones éticas que dividen a países y parlamentarios, la Cámara de Estrasburgo refrendó el VI programa Marco de I+D, cuya aprobación constituía el objetivo primordial del Gobierno español en materia de ciencia y tecnología durante su presidencia comunitaria. La superación de este escollo fue acogida por satisfacción por todas las partes implicadas, ya que si se hubiera retrasado la compleja aprobación del VI Programa, basada en el principio de co-decisión entre el Ejecutivo de Bruselas y el Parlamento de Estrasburgo, muchos equipos de investigadores habrían tenido problemas para disponer de fondos y continuar con sus proyectos partir del próximo mes de enero.
Todos los grupos políticos representados en el Parlamento de Estrasburgo destacaron que el impulso dado por la actual presidencia española de la UE y por la Comisión ha permitido la aprobación definitiva del Programa Marco. «El cumplimiento de este calendario supondrá que el Programa Marco podrá arrancar en la fecha prevista y con tiempo suficiente para que su lanzamiento no suponga ningún desfase de financiación respecto al programa actual ni se produzcan retrasos en la puesta en marcha de los programas», señaló ayer el Ministerio de Ciencia.
En Estrasburgo, el secretario de Estado de Política Científica, Ramón Marimón, declaró que es la primera vez que se cumplen los plazos para la aprobación de un Programa Marco de Investigación y se evita así un proceso de conciliación con la Eurocámara. El último trámite para la ratificación del Programa Marco (el próximo mes por el consejo de ministros de investigación de la UE) es fijar dos aspectos técnicos prácticamente cerrados: las normas de participación de los grupos científicos y los programas específicos dentro de las áreas prioritarias.
El VI Programa Marco es la principal herramienta para articular el llamado Espacio Europeo de Investigación, un objetivo surgido de la firma del Tratado de Amsterdam para aprovechar los recursos materiales y humanos de la UE en el campo de la ciencia y la tecnología, mediante la coordinación de las distintas políticas científicas de los países miembros. Se pretende así asegurar el desarrollo económico de Europa y su competitividad científica y tecnológica frente a EE.UU. y Japón. En términos reales, descontada la inflación y sin tener en cuenta la investigación nuclear, el Programa Marco experimenta un crecimiento presupuestario del 8,8% respecto al anterior. En total serán 16.270 millones de euros, de los cuales España aportará el 6,3%, una cuota asignada en función de su Producto Interior Bruto. De la cifra global, 13.285 millones se destinarán a financiar proyectos de investigación en una serie de áreas prioritarias: genoma y biotecnología para la salud, sociedad de la información, nanotecnología, aeronáutica y espacio, seguridad y calidad de los alimentos, cambio climático y desarrollo sostenible y sociedad del conocimiento.
Entre las novedades que introduce el nuevo Programa Marco figuran las redes de excelencia, que pretenden favorecer la investigación cooperativa entre centros de calidad de varios países miembros, y los proyectos integrados, orientados a proporcionar resultados que se concreten en productos, procesos o servicios.
Ramón Marimón dijo ayer en Estrasburgo que la presidencia española ha introducido en el Programa diversas mejoras, como un incremento de la participación de las pequeñas y medianas empresas, así como un aumento de la aportación para los proyectos científicos sobre diversas enfermedades. Tras su paso por el Parlamento Europeo, el VI Programa Marco ha sufrido algunos cambios en el reparto de la financiación, al elevarse en 150 millones de euros los recursos dedicados a investigar enfermedades de amplia incidencia y en 300 millones los dedicados a proyectos sobre tecnología de la información. Como contrapartida, se redujeron los fondos para infraestructuras de investigación.