La época en que los hogares españoles podían permitirse ciertos excesos en el presupuesto quedaron atrás. Hoy, por la situación económica, se impone un gasto más ajustado y un consumo más medido, sin necesidad de perder por ello calidad de vida. Una buena utilización de los recursos permite tener una sensación de bienestar en la vivienda y, al mismo tiempo, ahorrar en las facturas cotidianas. Con gestos sencillos y un cambio de hábitos es posible ajustar las cuentas y mantener el mismo nivel de vida.
Ahorrar en la cocina
Es uno de los apartados donde más se puede ahorrar, solo con aplicar recetas de toda la vida. Entre otras, al cocinar, el esfuerzo que supone hacerlo para cuatro personas es similar al trabajo para diez. Es cierto que se tienen que trocear o pelar más alimentos, pero el tiempo que se tarda en asarlos o cocerlos es similar. Por tanto, preparar los alimentos, comer una parte y congelar el resto puede ser un acierto, puesto que la comida ya cocinada dura más tiempo en la nevera.
Compensa también comprar productos de temporada y congelarlos. Son más baratos y se pueden consumir después, cuando su precio haya subido. Esta práctica es muy útil en Navidad, con determinados alimentos muy demandados.
Convertir un producto ya cocinado en otro es uno de los trucos más utilizados para ahorrar
Convertir un producto ya cocinado en otro es uno de los trucos más utilizados. Las croquetas son un plato estrella, ya que casi cualquier alimento, cocinado o crudo, se puede convertir en su ingrediente principal. Del mismo modo, es posible usar los productos que no se han consumido para hacer sopas, ensaladas, empanadillas, e incluso, postres. No es necesario comer varios días lo mismo. Con un poco de imaginación, las sobras se convierten en comidas muy apetecibles.
Respecto a la fruta sobrante, se puede aprovechar para hacer mermeladas y confituras, que duran más tiempo.
El consumo de agua mineral se ha extendido durante los últimos años. En ciertos lugares de España no es recomendable beber del grifo, pero en muchos otros, el agua es muy buena. Se puede prescindir de esta compra, que ronda los 40 céntimos por botella, y beber agua corriente. Cuando esta tiene cierto sabor, usar filtros purificadores o jarras mejora la calidad del agua: la inversión inicial es pequeña y el ahorro es elevado.
Uno de los caprichos que niños y mayores buscan en el frigorífico son los helados. Los comprados están muy buenos, pero también se pueden hacer en casa. Con sencillas recetas y moldes baratos es fácil tener el congelador lleno de productos dulces y saludables. Las yogurteras también son un elemento útil en la cocina, ya que con un solo yogur y un litro de leche se obtiene al menos una docena de estos alimentos lácteos.
Si en la vivienda los hijos son mayores y no siempre acuden a comer o uno de los cónyuges va de vez en cuando a restaurantes en lugar de volver a casa, lo aconsejable es pedirles que avisen con antelación para poner la cantidad justa de comida que se consumirá.
Ahorrar al usar electrodomésticos
El uso eficiente de los electrodomésticos va unido a un ahorro en las facturas eléctricas, de manera que con la adquisición de una serie de hábitos es posible dejar de gastar bastante dinero.
Junto con el televisor, el frigorífico es el electrodoméstico que más energía consume en los hogares españoles. Para aumentar su eficiencia, tiene que estar situado en un lugar fresco y ventilado, alejado de fuentes de calor, como el horno o las radiaciones solares. Conviene descongelarlo antes de que la capa de hielo alcance los 3 milímetros de espesor. Así ahorra hasta un 30% de energía. Lo adecuado es que el refrigerador esté a 5º C y el congelador, a -18ºC.
Más del 80% de la energía que gasta la lavadora se emplea para calentar el agua
Antes de abrir el frigorífico, hay que pensar qué producto se quiere coger. No es aconsejable mantener la puerta abierta mucho tiempo, debido a la energía que pierde.
Las familias españolas utilizan la lavadora entre tres y cinco veces por semana. La mayor parte de la energía que consume (entre el 80% y el 85%) se debe al calentamiento del agua. Por ello, siempre que sea posible -sobre todo si la ropa no está muy sucia-, es mejor elegir programas que utilicen temperaturas bajas. Hay que ponerla cuando haya suficiente ropa dentro.
Aunque mucha gente piensa lo contrario, se gasta menos agua caliente cuando se utiliza el lavavajillas que al lavar a mano. Antes de utilizar el friegaplatos, hay que retirar los restos de alimentos para facilitar el lavado. Si hay que aclarar los platos antes, es preferible hacerlo con agua fría y, siempre que sea posible, encenderlo cuando esté lleno.
En cuanto a la secadora, consume mucha energía, por lo que es recomendable hacer un uso moderado de este electrodoméstico. Antes de meter la ropa, conviene que haya pasado por un centrifugado previo. Cuando las condiciones climatológicas no lo impidan, se recomienda secarla al sol y al aire libre.
Hay que procurar aprovechar al máximo la capacidad del horno y cocinar el mayor número de alimentos posibles de una sola vez. Abrir sus puertas hace que pierda un 20% de la energía acumulada en su interior, por lo que solo se debe hacer cuando sea necesario. Si se apaga el horno un poco antes de finalizar, el calor residual permite que la comida se haga y se ahorra energía.
En general, los electrodomésticos han de estar apagados mientras no se utilizan, ya que en reposo consumen energía. En el caso del televisor, el vídeo, el DVD o el descodificador de TDT, se pueden enchufar juntos en una regleta con interruptor, de manera que con desenchufarla quedan todos apagados y no en stand by.
España es un país con mucha luz y hay que aprovechar la iluminación natural cuando la haya. Los techos y paredes claros ayudan a optimizarla. También se debe desechar la costumbre de mantener las luces encendidas cuando no hay nadie en la habitación.
Ahorrar agua
No hace falta hacer grandes esfuerzos ni inversiones económicas para gastar menos agua en casa. Valen unos gestos sencillos.
Cambiar el baño por la ducha es una de las recomendaciones habituales desde hace años. Cada vez que se sustituye una por otro, se ahorran en torno a 200 litros de agua. Cortar el suministro al enjabonarse y reanudarlo después para el aclarado, no solo hace que se gaste menos energía, sino que también se refleja en la factura.
Con los limitadores de flujo, el consumo de agua se reduce a la mitad
Al abrir el grifo, el agua tarda un rato en calentarse, ya que en el primer momento sale fría. Puede que en este tiempo se desperdicien más de 10 litros. Una posibilidad para aprovecharla es poner un cubo para que el agua no vaya directamente al sumidero y usarla después para regar las plantas o en el inodoro.
También hay artículos que reducen el flujo que sale del grifo. Este se mezcla con aire, de forma que el chorro sale al máximo volumen sin que el usuario lo note. Con estos limitadores de caudal, el consumo se puede reducir a la mitad.
Muchas veces, al tirar de la cadena se usa más agua de la necesaria. Para reducir este gasto, se puede introducir una botella llena en la cisterna, que ocupará espacio y reducirá la capacidad del tanque. Si el inodoro tiene la opción de utilizar diferentes cargas -doble pulsador o descarga parcial-, hay que elegir la más adecuada en cada momento.
Al fregar los cacharros, al cepillarse los dientes o al afeitarse, hay que dejar el agua apagada mientras no se utiliza. Se desperdician muchos litros por hacer un uso poco eficiente de un recurso tan escaso en muchos lugares.
Con bastante frecuencia, el cubo para fregar se llena demasiado y después se tira. Si le utiliza la mitad de la capacidad, los resultados serán los mismos y el gasto en agua, mucho menor. Si para la higiene de la casa se aprovecha agua caliente, el uso eficiente compensa también en la factura.
Otra de las recomendaciones para no malgastar es arreglar las fugas de agua que tengan los grifos. El goteo permanente, además de ser molesto, hace que a lo largo del mes el desperdicio de agua se mida en decenas de litros.
El aire acondicionado dispara en verano el consumo eléctrico, sobre todo en las zonas más cálidas del país, pero se puede disfrutar de una temperatura agradable en casa sin hacer grandes gastos y, a la vez, mantener un buen grado de confort. Los remedios caseros para paliar las altas temperaturas ayudan mucho a ahorrar. Instalar toldos, persianas y correr las cortinas baja los grados de la vivienda. Ventilar solo en las horas en que la temperatura sea más fría -a primera hora de la mañana y por la noche- permite que se refresque la estancia y se evite el calor.
Los expertos recomiendan poner el termostato a 26ºC -algo que muchos usuarios consideran excesivamente elevado- y que nunca haya más de 12ºC de diferencia entre la estancia y la temperatura exterior. Lo cierto es que cada grado menos de temperatura supone un 8% más de consumo energético y esto va directamente a la factura eléctrica. Siempre que el calor lo permita, es mejor sustituir el aire acondicionado por un ventilador, más barato.
En invierno, la calefacción también genera un gasto importante, ya sea individual o comunitaria, y el bolsillo se resiente durante las estaciones más frías. Tener las ventanas bien cerradas y aislar la vivienda del exterior es un primer paso. Hay que reparar los pequeños huecos por los que entre aire, ventilar el tiempo justo y poner especial cuidado en cristales, marcos y molduras de puertas y ventanas. Los burletes adhesivos permiten ahorrar entre el 5% y el 10% de energía.
Según aseguran en el IDAE, la sensación de confort dentro de una casa en invierno se alcanza con 21ºC. Por cada grado que se incrementa la temperatura, aumenta el consumo energético en un 7%. Para ahorrar entre un 8% y un 13% de energía, se pueden colocar termostatos programables en los radiadores.
Cuando la calefacción es comunitaria, en algunas zonas del edificio la temperatura es más elevada que en otras. Si en el piso hace calor, conviene bajar la temperatura de los radiadores en lugar de abrir la ventana, ya que esto último genera un gasto innecesario.