Solo una de cada diez empresas familiares en España sobrevive a la segunda generación y apenas un tercio consigue llegar a la tercera. Son pocos los empresarios que llevan a cabo un proceso de sucesión para elegir al heredero del negocio y, en numerosas ocasiones, los hijos, el cónyuge y otros herederos acaban en una serie de conflictos que derivan incluso en el cierre de la compañía. Para evitarlo, como se explica en este artículo, hay una serie de claves, entre las que destaca elaborar un protocolo familiar que garantice el presente y futuro de la empresa.
1. Heredar una empresa: protocolo familiar
Un informe llevado a cabo por la consultora Deloitte y la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas señala que solo el 59% de las compañías cuenta con un protocolo para definir el papel de las siguientes generaciones en la empresa. Las cifras que maneja Pricewaterhouse Coopers son aún menores, ya que, según la Encuesta Mundial de la Empresa Familiar que realiza esta consultora, apenas el 19% de los negocios familiares tiene un plan de sucesión documentado que permita hacer una transición tranquila y ordenada. ¡Craso error! Preparar a la empresa para ese momento es importante, y el mejor modo de hacerlo es elaborar un protocolo familiar antes del fallecimiento o renuncia del fundador.
Lo más lógico es ser previsores e ir preparándolo a medida que los hijos se van haciendo mayores. El documento final tiene que ser aprobado por toda la familia. ¡Y no siempre es fácil lograrlo! En él se contemplan temas como la nueva directiva, la gestión, el control, la resolución de conflictos, las condiciones de contratación de los familiares… Cuestiones casi siempre espinosas, que pueden herir sensibilidades. Por esta razón, los expertos legales recomiendan contar siempre con la ayuda de un experto legal, aunque su papel se limite al de mediador.
2. Mantener buenas relaciones entre los herederos
A veces hay un solo heredero del negocio de la familia, pero lo más frecuente es que sean más. Si se hereda un negocio en el que no se había firmado un protocolo familiar -que suele suceder-, es muy habitual que se desate una «guerra» entre los herederos. De acuerdo con la ley, todos se tendrían que poner de acuerdo para conducir el negocio, pero casi nunca sucede así porque cada heredero tiene una opinión propia respecto a la mejor manera de llevar la empresa. ¡Y pocas veces coincide con la de los demás!
Cuando a la diversidad de opiniones se suman los recelos entre herederos, la compañía empieza a tener dificultades para funcionar. No son pocos los negocios que desaparecen -se cierran o se venden- por la falta de acuerdo sobre su gestión entre los distintos sucesores. Por ello, hay que intentar mantener las mejores relaciones.
3. No intentar controlar a la siguiente generación
Para que un negocio prospere, hay que llevarlo con control y mano firme. Pero ¡cuidado! Conviene también ser flexible y no querer tener un control férreo, incluso después de haber hecho efectiva la sucesión. No se deben imponer estructuras o planes de acción demasiado rígidos y encorsetados que traten de controlar las actuaciones de la siguiente generación. Si se actúa así, no se le da ninguna opción de desarrollar nuevas ideas para manejar el negocio y solo se consigue crear un mal ambiente y desapego de los herederos hacia la compañía.
4. Formarse para poder llevar el negocio
Cuando se tiene claro que se heredará la empresa de la familia, y se está de acuerdo con continuar el negocio y tomar las riendas, conviene ir preparándose con antelación. Así, se debe tener al menos el mismo nivel de competencia que la generación anterior y procurar estudiar para adquirir los conocimientos específicos del negocio que se heredará, así como sobre gestión.
Si es una herencia inesperada, conviene ponerse al día lo antes posible y tratar de aprender los conocimientos sobre gestión, dirección de empresas, etc. para continuar siendo competitivos y poder mantener el negocio a flote.
5. Escoger un buen equipo para llevar la empresa
Aunque una persona esté muy bien formada y capacitada para estar al mando de una empresa y que el negocio salga adelante, es esencial contar con un buen equipo. Saber escoger a las personas con las que se trabaja es vital: el equipo debe ser eficaz y estar preparado para desempeñar su trabajo, pero, además, debe ser leal a la empresa.
Otra opción es que la familia herede la compañía, el patrimonio, pero no desee hacerse cargo de ella. En este caso, conviene dejar el manejo operativo del negocio en manos de un profesional ajeno a la familia y asegurarse de su competencia y de la de todo el equipo que trabajará con él.